El sábado por la tarde la Plaza de la Constitución ya lograba una asamblea: quince mil sillas plegables, perfectamente alineadas aguardaban a quince mil seguidores de la Cuarta Transformación, en cualquiera de sus pisos, para dar paso, en la fría mañana, a la cálida atención de las palabras presidenciales.
Decía Ionesco en su teatro genialmente absurdo:
«…antesde salir por esa puerta saluda una vez más, ceremoniosamente, a las hileras de sillas vacías y al Emperador invisible. El escenario queda vacío con sus sillas, la tarima y el piso cubierto con serpentinas y papel picado…»
Cien días. Lapso insuficiente en la magna tarea sexenal de gobernar. Periodo apenas útil para exhibir el respaldo propio, el auto elogio. Pero también para reafirmar la pertenencia a un credo y una herencia.
En el bien sonorizado Zócalo retumban estas palabras:
“…México está cambiando para bien. Eso lo saben, incluso, los que se quedaron anclados en el ayer…”
En el remoto ayer de hace seis años, decía el ausente y multicitado ex presidente:
“…Apenas llevamos 100 días de labores y considero que es importante lo alcanzado. En este tiempo he visitado las 32 entidades federativas y he presidido reuniones informativas en 90 municipios…”
En el mensaje de estos cien días ha dicho la señora presidenta:
“…Se cumplen 100 días desde que dio inicio el Segundo Piso de la Cuarta Transformación. Visitamos las 32 entidades de la República; recorrimos por tierra y aire 32 mil 449 kilómetros; y nos reunimos con las 32 entidades, con los 32 gobiernos estatales y la Jefatura de Gobierno, para juntos definir los próximos proyectos estratégicos…”
Otra cita del pasado:
“…Contamos con un pueblo bueno, honesto y trabajador. Y el gobierno sabrá estar a la altura de las circunstancias… refrendo el compromiso de no fallar. Nunca jamás claudicaré. Antes muerto que traidor.
“Vamos a seguir construyendo en armonía la Cuarta Transformación…”
Ayer:
“…México es un país extraordinario por su pueblo generoso y fraterno, heredero de las civilizaciones originarias y de la rica historia patria, con héroes y heroínas que no se encuentran en ninguna otra parte del mundo.
“El pueblo de México es honesto, trabajador y valiente. Las mujeres y hombres mexicanos sabemos siempre salir adelante. Resistimos, pero nunca nos rendimos… Ahí está el ejemplo de nuestras hermanas y hermanos en los Estados Unidos que este año enviaron a sus familias cerca de 65 mil millones de dólares…”
Estas similitudes tienen un nombre y una razón. La presidenta lo explica de este modo. Cada quien creerá o dudará de estas palabras:
“…Nos critican algunos medios, la comentocracia: “¿por qué no nos diferenciamos?, ¿por qué defendemos los Programas de Bienestar o las obras estratégicas?, ¿por qué hay continuidad en el proyecto?”
“Pero, si siempre lo dijimos, ¿cuál sorpresa?, por eso luchamos durante todos estos años. Para eso nos eligieron, para dar continuidad a la Transformación de la Vida Pública de México, iniciada en el año 2018.
“Que se oiga bien, lejos y fuerte: No vamos a regresar al modelo neoliberal; no vamos a regresar al régimen de corrupción y de privilegios, no dejaremos que regrese la decadencia del pasado, donde se gobernaba para unos cuantos.
“Vamos a seguir con el Humanismo Mexicano y con la máxima de “Por el bien de todos, primero los pobres”.
Nada queda en la niebla. Las ideas son claras, también el compromiso. Igualmente la herencia y la pertenencia:
“…qué esperaban, ¿que dijera una cosa y actuara de otra forma?, ¿que me comprometiera en campaña con el pueblo y después lo traicionara?
“Pues se van a quedar con las ganas, porque nosotros, las y los que tenemos palabra, las y los que no mentimos, las y los que no robamos, no somos como ellos…”
Y así, con interrupciones, aplausos, vítores y loas al Segundo Piso, la mañana dejó ver el pálido sol del mediodía.
Rafael Cardona
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