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Viejos modos, nuevos rostros: María Amparo Casar

Publicado por
José Cárdenas

María Amparo Casar

 

El 9 de diciembre se conmemoró el Día Internacional Contra la Corrupción instituido en 2005 por las Naciones Unidas. El panorama global no es nada alentador. Si nos referimos a los últimos datos de Transparencia Internacional, resulta que más que avances lo que se ha producido en el mundo son retrocesos. La mayoría de los países ha descendido en la medición o se encuentran estancados.

Dos tercios de los países incluidos en el Índice de Percepción de la Corrupción obtienen una calificación reprobatoria con menos de 50 puntos de los 100 posibles.

Peor aún, el promedio de los 180 países es de sólo 43 puntos. México alcanza la vergonzosa calificación de 31 sobre 100, por debajo de la media. Se coloca en el número 126 del ranking. Estamos entre aquellas naciones en las que la corrupción persiste en los mismos niveles que hace seis años a pesar de que el gobierno anterior declaró en múltiples ocasiones que “la corrupción se erradicó”.

Hace seis años en Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI) publicamos el “sexenario de la Corrupción de Peña Nieto” aquí puede consultarse.

Hicimos el mismo ejercicio para el sexenio de López Obrador y los resultados son sorprendentemente parecidos. Por eso lo llamamos Mismos Modos, Nuevos Rostros: La Corrupción en el sexenio de AMLO.

Esos viejos o mismos modos a los que se refiere el nuevo reporte son: 1) sobornos, moches y enriquecimiento ilícito, 2) desvío de recursos públicos; 3) corrupción electoral; 4) conflicto de interés; 5) abuso de la ley y; 6) justicia discrecional.

Para cada una de estas categorías se presentan uno o varios casos de corrupción e impunidad en el sexenio. Los moches, o sea, la apropiación de un porcentaje de la nómina de los servidores públicos por parte de sus superiores como fueron los ocurridos con Delfina Gómez hoy gobernadora del Estado de México y Rocío García Pérez, directora del DIF. El desvío de recursos cuyo ejemplo emblemático fue el de Segalmex con 16 mil millones de pesos. Los gastos no aclarados de las tres obras insignia de López Obrador: Dos Bocas, Tren Maya y AIFA. De este último sólo sabemos en qué se gastaron uno de cada cuatro pesos. El uso electoral de los programas sociales, junto con su opacidad e invisibilidad de los padrones. El 81% de contratos por adjudicación directa. La corrupción inmobiliaria en la Ciudad de México. Las revelaciones de Guacamayaleaks. La Casa Gris. La “desaparición de los desaparecidos” de la Comisión Nacional de Búsqueda. Los ventiladores del hijo de Bartlett. Entre muchos otros.

México también retrocedió en las mediciones del Índice de Estado de Derecho, medido por los niveles de impunidad, y la falta de acceso a la justicia.

De hecho, la novedad del reporte de Transparencia Internacional es que revela una estrecha relación entre la corrupción y la ausencia o politización de la justicia.

En efecto, la mayoría de los actos de corrupción listados en el nuevo sexenario de la corrupción (2018-224) lo que revelan es que todos los casos de corrupción evidenciados han quedado en total impunidad. Incluso, se premió con otros cargos a los presuntos culpables.

Así que no, no se ha “cortado de tajo con la corrupción en el Poder Ejecutivo”. La corrupción y la impunidad persisten en sus viejas y nuevas formas. La voluntad, si es que la hubo, no alcanzó para frenarlos. Lo que tenemos son nuevos beneficiarios.

Hay mucho trabajo por hacer. La nueva presidenta ha prometido una nueva estrategia. Parte de ella es la colaboración con la sociedad. Le tomamos la palabra para trabajar de la mano de la recién creada Secretaría Anticorrupción y de Buen Gobierno.

 

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José Cárdenas