El Cristalazo

Secretaría de Asuntos Menores y Gobernación

Publicado por
Héctor García

Ocioso irremediable el columnista examina cánones relativos a la Gobernación mexicana, sobre todo en lo relacionado con la secretaría de secretarías (SEGOB), cuyo titular (titulara) en este caso, puede –según la maltrecha constitución patria, hasta sustituir temporalmente al presidente (presidenta en este caso) si algún impedimento se le presentase al Ejecutivo (Ejecutiva en este caso), en el justo desempeño de sus altas responsabilidades.

Y en todo el vasto listado de las obligaciones y atribuciones del secretario de la Gobernación nacional (secretaria en este caso),  no mira el ya dicho holgazán, elemento alguno para justificar su arbitraje en el pleito de compadres entre Adán Augusto López, coordinador moreno en el Senado) y Ricardo Monreal, de idéntica responsabilidad en la Cámara de Diputados.

Nomás no le haya, porque si la titular del Ejecutivo (a) catalogó este diferendo placero (con otra apariencia, en verdad), como un asunto de menor importancia; de menor naturaleza, de peso insignificante; de paupérrimo valor, inflado — como es obvio– por los malévolos adversarios cuya frustrada imaginación política sólo les deja espacio para las murmuraciones malignas en contra de la bienhechora labor de la Cuarta Transformación de la Vida Pública en su segundo piso, edificado con vehemencia y sapiencia por la científica magistratura de nuestra mandataria, no habría razón  para atender asuntos de ínfima categoría ni distraer con ellos el sobresaliente magín de la señora secretaria RI, quien de seguro tenía encargos mejores en esta festiva y solidaria época del año sin distraerse con nimiedades caprichosas entre dos ex candidatos a la candidatura presidencial, vencidos ambos por el ex jefe de quien hoy los emplea y llama a capítulo, como se decía en otros tiempos.

Así pues, dice la ya mencionada ley (de seguro escrita por un opositor de antaño, son atribuciones de la SEGOB, “formular y conducir la política interior que competa al Ejecutivo Federal y no se atribuya expresamente a otra dependencia; fomentar el desarrollo político; contribuir al fortalecimiento de las instituciones democráticas; promover la formación cívica y la participación ciudadana, salvo en materia electoral; facilitar acuerdos políticos y consensos sociales para que, en los términos de la Constitución y las leyes, se mantengan las condiciones de unidad nacional, cohesión social, fortalecimiento de las instituciones de gobierno y gobernabilidad democrática, etc, etc…”

Cómo se ve en ninguno de estos enunciados se explica la atención de asuntos menores protagonizados por dos correligionarios suyos (y de la señora presidenta), quienes ofrecen un feo espectáculo de dimes y diretes, con el consabido deterioro de la monolítica imagen de Morena, cuya disciplina hoy se muestra resquebrajada y con un pegote de “Cola loca”, después de haber mostrado durante el mandato anterior y aun antes, una solidez de dureza diamantina.

Pero a pesar de todo, así se brinquen las trancas de la responsabilidad institucional, pues no es un asunto  descrito desde el inocuo enanismo de la pequeñez, así decretado desde el Palacio Nacional, mucho menos tema de unidad nacional o desarrollo político ni mucho menos. Imposible verlo desde el ángulo  de la cohesión social o la formación cívica, como consigna el catálogo de atribuciones en el cánon de la administración  pública para una intervención de esta naturaleza.

En esas condiciones el papel componedor de la señora RI, no tiene base legal. No es un asunto nacional, es tema de exclusivo interés de la rota disciplina del partido en el gobierno y por tanto en su interior debería dirimirse.

El gobierno federal no debería intervenir en una disputa interna de ningún partido político, aunque sea el suyo, ya no digamos los otros.

Pero hay tantas cosas vedadas al gobierno cuya comisión es asunto cotidiano, como para no sorprenderse de una más. Un diferendo entre pendencieros, llega hasta la sede del Poder Ejecutivo como si se tratara de un asunto de otra secretaría de Estado y un pleito entre subordinados, no entre representantes populares.

¡Ay! Plutarco, eres inmortal.

Rafael Cardona

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Héctor García