Una de las grandes novedades de la actual presidencia ha sido su interés y aplicación de normas supremas y oficiales en materia gramatical.
El primer ucase fue por el sexo de quien ejerza un cargo (género, dicen algunos): presidenta con “A”, ordenó en una memorable sesión en el teatro Metropolitan cuando se celebraba su condición de ciudadana electa para el Poder Ejecutivo. Todavía nadie dispone llamarlo “Podera Ejecutiva”
La segunda gran intervención de poder gramatical se ha dado recientemente sin ninguna relación de lo masculino o lo femenino.
Ahora se trata de un paso trascendente para el desuso de un acrónimo, forma idiomática –como todos sabemos– para convertir abreviaturas en palabras o sustantivos y cuyo empleo es uno de los recursos favoritos del habla en general, originado en la pereza. O la comodidad.
Siempre será más fácil decir “efeeme” en lugar de Frecuencia Modulada. O “uesebe”, para no decir “Universal Serial Bus”; o láser (con todo y acento), para no repetir “Light Amplified by Stimulated Emission of Radiation”. Ley del menor esfuerzo, le llaman algunos.
Pero ahora el acrónimo presentado con aval presidencial (en estricto sentido no lo es porque se trata de una palabra), se refiere a una de las necesidades más urgentes de los mexicanos: la seguridad.
La defensa de todos nosotros frente a las amenazas internas (sobre todo) y externas (si las hubiera).
No veo relación con el triunfo de Trump.
En el futuro ya no diremos Sedena. El acrónimo ha quedado si no proscrito, al menos desplazado. Ahora se debe decir, Defensa (a secas) , y tal imposición en el lenguaje, seguramente nos va a traer a todos los mexicanos, más seguridad para no ser víctimas de asesinatos masivos como los de Guerrero o recientemente la decena de asesinados en Querétaro.
En mi vida profesional alguna vez preste mis servicios en el gobierno federal, paraíso para los acrónimos. Recuerdo algunos:
AE: acción estratégica, AEM: Agencia Espacial Mexicana, AGP: Asamblea General Politécnica, ANUIES: Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior, CAP: Centro de Apoyo Polifuncional, CBG: Centro de Biotecnología Genómica, CCA: coordinación de cooperación académica, CCPRI: Comisión Calificadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas (de la cual fui parte en la Segob, acrónimo a su vez de la Secretaría de Gobernación) y tantas y tantas más cuya enumeración resultaría farragosa e inútil, excepto sin recordamos el FOCIN (Programa de Servicio Social para el Fomento de la Cultura Indígena), cuya relevancia se explica con su propío objetivo, tanto como el benemérito e indispensable Instituto para Devolver (no devolverle) al Pueblo lo Robado (INDEP).
Hoy ya nos ahorramos la traducción del acrónimo militar. Se acabó Sedena (“sedena”, morena) y deberemos decir, Defensa. ¿Por qué este importante cambio en la vida castrense y su relación con la seguridad nacional y ciudadana?
Muy simple:
“ (La jornada).- Obedece a que la palabra «Defensa», se asocia de una mejor manera a la institución con su misión primigenia, referente a la defensa exterior de la federación contenida en el artículo 89, Fracción VI de la Carta Magna (nunca tan magna); y además, vincula a la institución con su atribución de formular y ejecutar los planes y órdenes para la defensa del país cuando sea necesario, establecida en el artículo 29, Fracción VI de la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal.
“Según la ‘Defensa’ “este cambio permitirá a la sociedad mexicana e instituciones nacionales e internacionales, tener más claridad de la función principal de la Secretaría de la Defensa Nacional y una mayor comprensión y coordinación de todas las actividades que se realizan en este rubro en beneficio de los mexicanos.
“Ello no modifica la identificación que tienen los órganos que componen el Estado Mayor de la Secretaría de la Defensa Nacional (Defensa), como son la Fuerza Aérea Mexicana y Ejército Mexicano”.
Así pues la mayor comprensión y coordinación dependen del abatimiento del acrónimo en el paredón de la nueva lengua nacional.
¡Firmes, ya!
Rafael Cardona