El cineasta, escritor e ilustrador Claudio Isaac, quien dedicó varias cintas a figuras de la literatura nacional, falleció a los 67 años. «Con profundo pesar comunicamos el fallecimiento de nuestro querido autor Claudio Isaac«, informó el sello tapatío Tedium Vitae en su página de Facebook.
«Nos sentimos honrados de haber publicado parte de su obra, que con su sensibilidad y humanidad tocó tantas vidas. Nos unimos al dolor de su familia y amigos. Su legado artístico permanecerá entre nosotros», agregó la editorial.
Nacido en la Ciudad de México en 1957, fue hijo de la escenógrafa, bailarina, directora de arte cinematográfico y artista plástica Lucero Rueda, y del cineasta, pintor, caricaturista y nadador olímpico Alberto Isaac.
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Al crecer en el seno de una familia de creadores, era común que frecuentara a las amistades de sus padres, entre ellos figuras como Leonora Carrington y José Luis Cuevas, artistas plásticos, el escritor Gabriel García Márquez y el cineasta Luis Buñuel, sobre quien escribió la memoria personal Luis Buñuel: A mediodía.
Además de títulos como Regreso al sueño, El tercer deseo y Otro enero, también escribió la memoria Cenizas de mi padre, en donde plasmó un perfil íntimo del renovador del cine mexicano con películas como En este pueblo no hay ladrones.
Claudio Isaac debutó como director con la cinta Crónica íntima, en 1979, con Arturo Beristain y Diana Bracho en las actuaciones, emprendiendo una carrera en el cine comercial que también incluyó El día que murió Pedro Infante, de 1982, con Humberto Zurita y Delia Casanova.
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Pero es a partir de documentales enfocados en el legado de escritores que erigió su trayectoria, con trabajo como Augusto Monterroso en su jardín, de 1999; Guadalupe Amor: Un caso mitológico y Algo sobre Jaime Sabines, ambas de 1980, así como Octavio Paz, el lenguaje de los árboles, de 1983.
A este último, Premio Nobel de Literatura, también le dedicaría la serie documental Vida y obra de Octavio Paz, Comer y contar, estrenada hace una década. También, en 1988, fue guionista del primer capítulo de la ya célebre La hora marcada (1988).
Posteriormente, en 2017, presentó el largometraje documental Sin Dios y sin Diablo, enfocado en los lectores de Sabines. Asimismo, dedicó obras a algunos artistas plásticos, entre ellos Abel Quezada, José Luis Cuevas y Vladímir Kibálchich, «Vlady».