La manifestación forma parte del llamado ‘día de acción’ mundial, y se espera que se repita en lugares de todo el planeta en un acto que los activistas han empezado a celebrar anualmente.

A medida que la cumbre se acerca al final de su primera semana, los manifestantes exigen que los países ricos paguen la parte que les corresponde en las negociaciones en curso sobre la financiación de la lucha contra el cambio climático.

Hacen hincapié en los derechos indígenas en el Sur Global, donde muchos países más pobres ya están sufriendo los costosos impactos de los desastres meteorológicos alimentados por el cambio climático.

Varios expertos han criticado la gran presencia de la industria de los combustibles fósiles en las conversaciones y han afirmado que se necesitan mil millones de euros anuales (un billón de dólares) o más, tanto para compensar estos daños como para pagar una transición hacia energías limpias que la mayoría de los países no pueden permitirse por sí solos.

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