La organización civil Centro 32 impulsa el arte entre migrantes varados en Tijuana, frontera de México con Estados Unidos, como una herramienta de terapia y también de sustento económico para librar las barreras del acceso al trabajo.
Lourdes Medrano, directora de la organización, compartió a EFE que desde hace un par de años han liderado este esfuerzo con talleres artísticos a diversos albergues de la ciudad, donde residen estas personas en espera de su cita para cruzar la frontera y solicitar el asilo en Estados Unidos.
“La importancia de estos talleres es que los contemplamos con todas las condiciones y herramientas para que sean espacios seguros, donde los migrantes puedan encontrar un desahogo emocional e impulsar su creatividad con ese fin de que puedan tener un sustento económico”, dijo.
Agregó que los objetivos «no solo son educativos, sino que también están vinculados a la salud mental de quienes asisten. Son una herramienta terapéutica para manejar emociones difíciles”.
Explicó que dentro de las actividades ofrecidas hay cerámica, costura, bordado e incluso corte de cabello, lo que también promueve la creación de redes de apoyo entre participantes.
“El crear comunidad entre las personas migrantes es el mayor beneficio que obtienen. Aquí se sienten protegidas, pueden hablar y ser ellas mismas”, agregó Medrano.
Imelda Verduzco, coordinadora de los talleres artesanales en Centro 32, compartió a EFE que “la intención de los talleres es llevarle a los migrantes una actividad para que desarrollen su creatividad y tengan algo qué elaborar».
“Vamos a los espacios porque sabemos las condiciones en las que se encuentran las personas, sabemos que para los adultos casi no hay actividades y, si ellos tienen algún diagnóstico de salud mental o están acudiendo con algún médico, esto es como una terapia, las mismas personas así lo toman», resaltó.
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Agregó que los talleres se explican para que, además del aprendizaje, “también despierten su creatividad y con el objetivo también de que se convierta en parte de su oficio o actividad que les permita de alguna manera hacerse de recursos económicos con la venta de sus creaciones”.
“Sobre todo, para las personas que van a cruzar a Estados Unidos y que no tienen oportunidad o no pueden tener trabajo por su situación, que hagan sus piezas y las puedan vender entre su círculo cercano y generar un recurso”, detalló.
La activista destacó que en los talleres algo significativo es que las personas expresan todo lo que traen a cuestas y lo aprovechan para desembocarlo en su camino migratorio.
“La gente cuando está creando se acuerda mucho de sus raíces, de sus territorios y espacios habitados y se genera una sinergia también entre las personas porque se comparten sus vivencias y entretejen sus historias”, añadió.
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Destacó que lo importante es el diálogo que se manifiesta en los talleres y los grupos, la manera en la que se fomenta a través de la participación de las personas.
“Por eso, los talleres son abiertos y se abre el espacio a que compartan quiénes son, de dónde vienen y de ahí se genera una correlación espontánea, pero muy significativa, porque a final de cuentas, somos seres humanos, y aprendemos también unos de otros”, puntualizó. EFE