Después de que Israel lanzara una oleada de ataques aéreos contra Irán, los medios de comunicación nacionales y fuentes próximas al Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (CGRI) intentan restarle importancia, afirmando que fue un fracaso.
Mientras que Israel informa de que al menos 20 emplazamientos militares fueron efectivamente atacados en una operación en tres fases a primera hora del sábado, fuentes semioficiales iraníes han desestimado las afirmaciones de que participaron 140 cazas israelíes calificándolas de «exagerada propaganda israelí». También están recalcando a los iraníes que los dirigentes israelíes dirigieron el ataque desde búnkeres, supuestamente por miedo a posibles represalias iraníes.
Fatemeh Mohajerani, portavoz del Gobierno iraní, limitó su declaración sobre los daños de los ataques aéreos, diciendo que eran «limitados» y que la «situación es normal».
Israel ha obedecido a su aliado más importante: EE.UU.
Tal y como deseaba Washington, el líder israelí, Benjamin Netanyahu, parece haber optado por una serie más limitada de ataques de represalia contra objetivos militares convencionales.
Las instalaciones nucleares y petrolíferas se habían considerado posibles objetivos de la respuesta israelí al ataque iraní del 1 de octubre, antes de que la administración del presidente estadounidense Joe Biden obtuviera garantías de Israel a mediados de octubre de que no atacaría tales objetivos, lo que supondría una escalada más severa.
Estados Unidos ha advertido ahora contra nuevas represalias, indicando que los ataques de la noche anterior deberían poner fin al intercambio directo de disparos entre Israel e Irán.
En realidad, el hecho de que Israel se centrara en objetivos militares concretos, aunque no era lo ideal para la República Islámica, distaba mucho de ser el peor escenario posible. Un ataque más amplio contra infraestructuras críticas -como instalaciones petrolíferas, eléctricas o nucleares- podría haber sumido a Irán en una crisis aún más profunda en medio de la actual inestabilidad económica y política.
Los medios de comunicación estadounidenses habían señalado anteriormente que si la respuesta de Israel seguía siendo limitada, Irán probablemente se abstendría de tomar represalias. ‘The New York Times’ también informó de que funcionarios iraníes habían aclarado que responderían si los ataques de Israel causaban grandes daños y muchas víctimas; sin embargo, si Israel limitaba sus ataques a unas pocas bases militares e instalaciones de almacenamiento de misiles y aviones no tripulados, Irán podría optar por no tomar ninguna medida de respuesta.
¿Cómo está reaccionando Irán a los ataques?
Irán se encuentra en una posición precaria, sobre todo porque sus fuerzas regionales, en particular Hezbolá en Líbano, están muy debilitadas. El régimen es consciente, al menos entre bastidores, de que carece de capacidad militar para equipararse a Israel, que recibe miles de millones de euros de ayuda militar estadounidense cada año.
Aunque es improbable que Irán renuncie oficialmente a su derecho a tomar represalias, una respuesta inmediata no parece alinearse con sus intereses estratégicos.
A corto plazo, es probable que los medios de comunicación y la televisión estatal iraníes hagan hincapié en una narrativa de «victoria» al tiempo que restan importancia o incluso tachan de «falsos» algunos aspectos del ataque de represalia de Israel. Es probable que el régimen iraní oculte cualquier daño a las instalaciones de producción de misiles balísticos o a las plantas de fabricación de aviones no tripulados, aprovechando el carácter limitado y quizás coordinado de la respuesta de Israel para controlar la situación.
Por supuesto, ocultar la verdad no es nada nuevo en la política iraní, con muchos ejemplos como el derribo del avión ucraniano o la respuesta de Israel al primer ataque de Irán en suelo israelí en abril de 2024. En cuanto al ataque de Israel a las instalaciones de Isfahan, hace sólo unos días y por primera vez, un alto comandante del IRGC reconoció finalmente la ocurrencia de este ataque.
¿Aumentará ahora la violencia o se evitará una crisis?
Aunque se espera que Irán mantenga la retórica de una posible respuesta, probablemente navegará en un delicado equilibrio entre la escalada y la desescalada de las tensiones.
Además, es esencial recordar que las próximas elecciones estadounidenses, que se celebrarán dentro de menos de diez días, influirán significativamente en las políticas futuras tanto de Irán como de Israel, y parece poco probable que la Casa Blanca permita que las tensiones se disparen en los días que quedan -una perspectiva que podría incitar a Irán a aparcar la cuestión por ahora-, una moderación posiblemente insinuada por la garantía implícita de Irán de estabilizar Líbano y Gaza, que podría animar a Teherán a mantener el asunto en silencio.
Sin embargo, tampoco hay que subestimar la influencia de quienes se benefician de las sanciones y de los partidarios de la línea dura dentro de los círculos gobernantes de Irán, que ven en un conflicto a gran escala su única vía de supervivencia política.
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