El embajador de Estados Unidos en México, Ken Salazar, rechazó el sábado las acusaciones del presidente, Andrés Manuel López Obrador, de que Estados Unidos es «corresponsable» del estallido de violencia en el estado occidental de Sinaloa, donde más de 50 personas han muerto en medio de una guerra entre cárteles.
El detonante del conflicto entre los dos grupos más poderosos del cártel de Sinaloa se remonta a julio, cuando el legendario traficante y líder de una de esas agrupaciones, Ismael «El Mayo» Zambada, fue detenido en Estados Unidos.
Zambada alega que fue secuestrado en México y trasladado a Estados Unidos por Joaquín Guzmán López, un jefe criminal de alto rango en una facción rival del cártel que había estado manteniendo conversaciones con Estados Unidos sobre la entrega.
El secuestro de Zambada ha tensado las relaciones entre los dos vecinos, y México exige saber más detalles. Al menos 53 personas han muerto y otras 51 están desaparecidas en Sinaloa desde que comenzaron los enfrentamientos a inicios de septiembre con muchas ciudades y pueblos paralizados por la inseguridad.
López Obrador dijo el jueves que Estados Unidos era en parte responsable de la inestabilidad, haciendo referencia a supuestas conversaciones de rendición previas entre funcionarios estadounidenses y Joaquín Guzmán López.
El embajador Salazar había negado anteriormente que funcionarios estadounidenses estuvieran involucrados en el secuestro y dijo que le sorprendió ver a Zambada en suelo estadounidense.
Salazar rechazó el sábado las recientes declaraciones de López Obrador y añadió que en realidad había un problema de inseguridad y violencia.
«Lo que se está viendo en Sinaloa no es culpa de Estados Unidos», dijo Salazar en una conferencia de prensa en el estado norteño de Chihuahua. «No se puede entender cómo las masacres que vemos en diferentes lugares pueden ser responsabilidad de Estados Unidos», agregó.
Salazar dijo que le ha dicho a la presidenta entrante Claudia Sheinbaum que la cooperación entre México y Estados Unidos tendrá que ser «fuerte y profunda» para enfrentar el desafío de seguridad.
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