No era tan difícil.
Bastaba ordenar a los morenistas una inspección cuidadosa al herpetario para hallar rápidamente la víbora más ágil y ponzoñosa; un ofidio con hábito traicionero, y lo hallaron en Boca del Río, Veracruz.
También fue fácil hallar al débil mental cuya mano feble protegiera y cuidara el nido de la serpiente hasta llevar a los dos traidores a la Cámara de Senadores. Estaba en la presidencia del ruinoso Partido Acción Nacional y responde al nombre Marko Kortés (lea doble K con todo y sonido descriptivo), un truculento incapaz de distinguir entre un leal y un falsario. Quizá por su propia condición y circunstancia. Él les dio el alas a los alacranes. Y ahora chilla.
El sueño de una defensa constitucional con el estrechísimo margen de un voto salvador se reventó como una buba ayer por la tarde.
Primero Miguel Ángel Yunes Márquez se escondió durante dos días y cuando se manifestó –con una imaginaria condición de mala salud– en el límite de las horas lo hizo para dar espacio a su padre, Miguel Ángel Yunes Linares quien en asuntos de traición, engaño y mentira se distingue por su pasado y su presente. Tras una milagrosa recuperación, en el colmo de la mojiganga, regresó al Xicoténcatl.
Tan penoso como eso y el voto de la traición y la ruptura de la poca fuerza de los 43 opositores, fue el rosario quejicoso de Marko Kortés (KK) quien casi en el borde del llanto reclamaba a los Yunes su traición y su fementida conducta. Llegó al extremo de declararles públicamente su afecto a quienes le acababa de hundir un puñal (cosa de puñales) en la espalda.
Pero de momento leamos a Mateo, 26:14-16
“…Uno de los doce discípulos, el que se llamaba Judas Iscariote, fue a ver a los jefes de los sacerdotes y les dijo:
—¿Cuánto me quieren dar, y yo les entrego a Jesús?
“Ellos le pagaron treinta monedas de plata. Y desde entonces Judas anduvo buscando el momento más oportuno para entregarles a Jesús”.
Y también a Lucas (22:3-6)
“… Entonces Satanás entró en Judas, uno de los doce discípulos, al que llamaban Iscariote. Éste fue a ver a los jefes de los sacerdotes y a los oficiales del templo, y habló con ellos sobre cómo entregarles a Jesús.
“…se alegraron y prometieron darle dinero a Judas. Y él aceptó y comenzó a buscar un momento oportuno, en que no hubiera gente, para entregarles a Jesús…”
Hace unos días dije en esta columna, todo está consumado:
“…Instalados en la Sala de Armas, donde en tiempos pretéritos el Partido Revolucionario Institucional celebraba el “Desayuno de la Unidad Revolucionaria”, le dieron rienda suelta al entusiasmo después de transitar todos los caminos de la fatiga, y tras horas y horas de deliberar sobre lo previamente acordado y soportar con estoicismo las escasas pero estruendosas inconformidades, cumplieron el encargo y envolvieron, con un moño guinda el regalo prometido por el presidente de Morena para el dueño de Morena y Ejecutivo Federal, Don Andrés Manuel L.O., el hombre del momentos anteriores y de todos los momentos, hasta el próximo primero de octubre, para lo cual le quedan nada más 25 jornadas en la cima de la gloria y el poder”.
Hoy las peores conductas de la política (necesarias para su práctica, dicen algunos); la venganza, el rencor, la furia contenida, el odio larvado y cultivado, el engaño, la traición y demás impudicias se han instalado en el país con tonos de triunfo.
Al traidor le costaría muy caro, decían algunos todavía esperanzados ayer por la mañana.
“Cuando Judas, el que lo había traicionado, vio que habían condenado a Jesús, sintió remordimiento y devolvió las treinta monedas de plata.
—He pecado —dijo—, porque he entregado a la muerte a un inocente.
—¿Y eso a nosotros qué nos importa? —respondieron—. ¡Allá tú!
“Entonces Judas arrojó el dinero en el santuario y salió de allí. Luego se fue y se ahorcó.
Hoy no alcanzan las higueras.
Rafael Cardona