Miles de familias huyeron del sur del Líbano hacia Beirut y otras áreas alejadas de las zonas donde han ocurrido intensos bombardeos israelíes, que se sucedieron durante toda la jornada y han dejado al menos 356 muertos y unos mil 200 heridos.
Unas 100 mil personas que vivían cerca de la frontera ya habían sido desplazadas, cuando el grupo militante libanés Hezbolá y las fuerzas israelíes empezaron a intercambiar disparos casi a diario, con la guerra de Gaza como telón de fondo. A medida que se intensifiquen los combates, se espera que aumente el número de evacuados.
En Beirut y alrededores, las escuelas se reutilizaron rápidamente para acoger a los nuevos desplazados, mientras los voluntarios se apresuraban a reunir agua, medicinas y colchones.
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En la ciudad costera de Sidón, las personas que buscaban refugio se agolpaban en escuelas que aún no tenían colchones para dormir. Muchos esperaban en las aceras.
Uno de los colegios habilitados como albergues para los desplazados a las afueras de la capital está completamente a oscuras la noche del lunes y aún carece de colchones, agua o los servicios más básicos para atender a las familias que van llegando, según pudo constatar la agencia efe.
Frente a una mesa para registrar a los recién llegados, un coordinador explica a una de las familias que no hay «nada» en el albergue y les pide que se suban a un vehículo para trasladarlos a otra zona de acogida.
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Sobre la mesa, el papel en el que una mujer va tomando nota de las llegadas contiene los nombres de al menos una veintena de desplazados, mientras algunos otros descienden de sus vehículos cargados con enseres domésticos, colchones y hasta bombonas de gas para cocinar.
El Ministerio de Interior del Líbano ya había confirmado un «desplazamiento masivo desde las regiones del sur», al tiempo que anunció la apertura de una serie de nuevos colegios preestablecidos como albergues por si se producía esta eventualidad.
Por su parte, el ejército israelí advirtió a los residentes en el este y el sur del Líbano que evacuaran antes de una campaña aérea cada vez más amplia contra lo que consideraba emplazamientos de armamento de Hezbolá.
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Más de 490 personas murieron en Líbano, según las autoridades, y más de mil 240 resultaron heridas, un número asombroso para un país que sigue conmocionado por el mortífero ataque contra los dispositivos de comunicación de la semana pasada. Israel, que no ha confirmado ni negado su autoría, fue ampliamente culpado de ese atentado.
La Agencia Nacional de Noticias (ANN), miles de vehículos permanecen atrapados en un atasco desde hace más de cinco horas en la carretera que une Zahrani con Saida, en la principal arteria costera que atraviesa el país de sur a norte.
Todavía se desconoce cuántas personas han tenido que abandonar sus hogares a causa de los ataques a gran escala, aunque el ministro de Salud Pública, Firas Abiad, ya adelantó en rueda de prensa que se trata de «miles» de familias.
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De los más de 113 mil desplazados internos que la ONU había contabilizado hasta ahora en casi un año de violencia en el Líbano, la gran mayoría estaban siendo acogidos por familiares o se habían asentado en residencias y viviendas de alquiler.