El Cristalazo

Pozo profundo; pozo sin fondo

Publicado por
Héctor García

Víctor Rodríguez Padilla cuya mayor fortuna en la vida  es ser compañero de Doña Claudia Sheinbaum, me recordó en el momento de su presentación como Director General de Petróleos Mexicanos al dueño de una carnicería llamada “La vegetariana”.

Por una parte ha planteado una producción de crudo (nuestra especialidad) de un millón 800 mil barriles diarios, y por la otra ha trazado un panorama modernizador bastante extraño sobre  energías limpias y litio, lo cual no resuelve ni con mucho, la impagable deuda de la empresa.

Por cierto, la refinería tabasqueña ni siquiera fue mencionada como una inversión redentora. Será porque ahora, con el crecimiento de la familia, es necesario mantener otras dos bocas.

Sin embargo hay datos pavorosos, aunque él diga con optimismo de recién llegado, la empresa no está muerta. No, no lo está, pero contra esta realidad no hay defensa: PEMEX adeuda más de 120 mil millones de dólares y si no ha sido capaz de salvar esos números rojos, a pesar del oro negro, no se vislumbra cómo lo haga ahora.

“…Petróleos Mexicanos quedó deshecho con las políticas neoliberales que se aplicaron durante seis sexenios. Nos entregaron una empresa devastada, una empresa en ruinas, con refinerías cayéndose a pedazos que, afortunadamente, se han restituido…ahora –dijo– vamos a hacer proyectos nuevos. Vamos a tener asociaciones con las universidades y con los empresarios para hacer los proyectos del futuro; vamos a hacer energía eólica, energía solar (¿no estaba haciendo eso la CFE de Bartlett?), tecnología offshore; vamos a producir materiales estratégicos, entre ellos el litio”.

La verdad este ignaro columnista no sabe cómo se producen “materiales estratégicos como el litio”.

Medio entiende cómo aprovechar industrialmente ese metaloide (elemento químico de símbolo Li, número atómico 3, masa atómica 6.938, en la tabla periódica, se encuentra en el grupo IA, entre los elementos alcalinos. En su forma pura, es un metal blando, de color blanco plata, que se oxida rápidamente en aire o agua), para sustituir la pila de su celular, pero ¿producir litio?

A lo mejor también sabe fabricar lluvia como Juan Baigorri Velar en la Argentina de hace años.

Pero ya metidos en tan taumatúrgicas capacidades, pues de una vez pidámosle  producir viento generador, uranio; más petróleo, cobre, zinc y números negros aquí y allá.

En diferentes publicaciones se han reproducido fragmentos de artículos periodísticos escritos al alimón con la casi presidenta. Son textos políticos ideologizados; no técnicos, ni mucho menos científicos.  Su mayor acercamiento conocido a Petróleos Mexicanos ha sido ser consejero de la consejera independiente Laura Itzel Castillo (arquitecta) en el Consejo de Admnistración de la empreaa. No es mucho mérito en ninguno de los dos casos.

 Sin. embargo todo esto no es nuevo.

La anemia presupuestal de PEMEX en 1948 (como un ejemplo entre otros) hacía necesaria la concurrencia del capital privado (y para colmo), extranjero:

“…Resguardada a plenitud la política petrolera de la Revolución, Mexicana y reconocido el hecho la imposibilidad de obtener en el país el capital exigido por ese plan de expansión de PEMEX que demanda el impulso a la economía nacional, ( se necesitaban entonces 470 millones de dólares para atender mercado interno y exportación), buscase para la empresa una financiación que ella pueda atender, una vez cumplida, la revitalización de su planta industrial. Así lo entiende el comité Wolverton…”*

Pero en fin, la oportunidad de este caballero está por comenzar. Veremos. A ver si nos corrije a muchos el prurito de pensar en la prolongación del fracaso petrolero nacional, tan cerca de la deuda y tan lejos de la admnistración de la abundancia, como dijo aquel en la víspera del desastre.

Por lo pronto la política agronómico-petrolera de la 4-T, en su primer piso; no dio ni el primer paso en el sentido correcto. Hizo de un pozo profundo; un pozo sin fondo.

*”La verdad del petróleo en México”. Miguel Alemán Valdez.

Rafael Cardona

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Héctor García