En la intensidad que despertó la polémica final del futbol mexicano se quedó como estéril discusión lo revelado por Hugo Sánchez, dijo que muchos de sus goles de penalty fueron producto del engaño que se tragaron los árbitros. Esto sería irrelevante si no tuviese implicaciones más allá del deporte.
Como el chicharronero vamos por partes.
Materias como el civismo y la ética pasaron a considerarse inocuas en la educación a todos los niveles, la consecuencia inmediata es que los valores se trastocan, Se deja de lado la enseñanza, investigación, reflexión y discusión de casos que van de lo cotidiano a lo legal y otros ámbitos.
Los que ya cargamos años recordamos discusiones en la clase de ética sobre comportamientos de la vida real o supuestos que permitían poner en perspectiva los conocimientos de casi todas las materias.
Vamos al caso pambolero. En el programa Futbol Picante de ESPN después del partido se discutía si el jugador del Cruz Azul había cometido falta, el panel integrado por una decena de opinadores más o menos coincidió en que NO, la diferencia radicó entre quienes consideraban que el jugador del América se avivó y quienes sostenían que el árbitro regaló la sanción.
Sucede en todas las tertulias del corte que sea. La diferencia la marcó el cinco veces goleador del futbol español Hugo Sánchez Márquez, con la complacencia de Ricardo Ferreti. Hugo reveló que cuando jugaba se aprovechaba de las jugadas en las que podía provocar la pena máxima, es decir para engañar al árbitro. ¿Cuántos goles no debieron contar? Seguro ni Hugo lo sabe.
Dos centros delanteros ahí presentes, Ricardo Peláez y Jared Borguetti, trataban, de evidenciar que hacer trampa está mal. Hasta otra figura, Rafa Márquez, fue evidenciado, porque consideraban que se equivocó en el Mundial por barrerse en aquello de no fue penal.
Tema aparte, el título de Argentina en 1986 por siempre estará marcado por el gol con la mano de Maradona.
Debo decir que conozco a Hugo desde que jugaba en la selección amateur, lo entrevisté muchas veces en México y en España. Su trayectoria lo hace el más destacado de los futbolistas mexicanos, fue un ejemplo a seguir, por eso ¿Qué necesidad había de revelar secretos que se deben quedar en la cancha?
En todos los deportes ocurren acciones inconfesables como vender partidos hasta las fricciones, insultos que apenarían a los carretoneros o golpes muy pero muy bajos. Pero al final lo que pasa en la cancha se queda en la cancha.
Los deportistas suelen convertirse en modelo de niños y jóvenes, por ejemplo, en el tenis Arthur Ashe es el ejemplo del juego limpio. Por ahí anda el beisbolista Roberto Clemente.
Va para la mayoría de exfutbolistas metidos a comentaristas. Quienes no jugamos fuimos a la escuela, estudiamos, leemos, hemos visto tantos o más partidos que ellos, por eso podemos extrapolar el impacto del deporte en la sociedad, para bien y para mal.
En este momento se critica a los jóvenes que no votarán ¿Cómo se les puede criticar si su preparación académica es elemental, si los modelos a seguir justifican la trampa para conseguir resultados?
La fama y los jugosos contratos también implican una responsabilidad social, al final de cuentas los pagan los aficionados y patrocinadores.
En la NBA los jugadores tienen que hacer labor social, en los actos oficiales vestirse y comportarse con decoro, deben atender a los medios, incluso durante los partidos, las firmas comerciales no contratan tramposos ni violentos. Que en la cancha pasa lo indecible, por supuesto, pero, Hugo, no lo hacen público como si fuera virtud.