Varios han sido los motivos de enfado presidencial en los días de esta semana. El primero, indudablemente, el volumen de la concentración “Rosa”; la simbólica derrota en su batalla por la bandera.
Después, la fallida maniobra del inducido plantón de los “centistas”, para reducir el espacio de la oposición lectoral. Como eso no mermó ni la asistencia ni el entusiasmo, se echó mano de la consabida contingencia ambiental, con cuya proclamación expuso de pasada, lo fallido de todas las medidas contra la contaminación ambiental en la CDMX gobernada primero por él, y luego por su discípula preferida. Puro fracaso ecológico.
Pero el elemento opositor cuya irrupción en la escena electoral le caló más profundo, quizá por una mezcla de envidia y antagonismo rencoroso, fue el de los profesores, historiadores, cineastas, novelistas y creadores culturales, englobados todos en el genérico “intelectuales”, palabra ante la cual L.O., reacciona como aquel oficial alemán quien dijo:
–Cuando escucho la palabra cultura, echo la mano al revólver (o le quito el seguro a Browning). La frase –por conocida– no merece mayor explicación.
Pero ante el pronunciamiento de un nutrido grupo de personas cuyos pensamientos, ideas y obras, han enriquecido el panorama mental de los mexicanos de este tiempo, en favor de la candidata Xóchitl Gálvez, el presidente estalló en furiosa respuesta de la cual pretendo analizar una sola “idea”. Si esa fuera una idea más allá de la actividad mecánico cerebral.
“–Y luego, hay otro grupo, que son los seudo intelectuales, que también actúan como alcahuetes de la oligarquía corrupta. Esos legitiman, con toda una retacería de seudo teorías, el por qué tiene que mantenerse el régimen.
“Se atreven a hablar de libertades, acuden a invocar la democracia, y todos ellos —o la mayoría, también, para no generalizar— al servicio del régimen vendidos o alquilados, vividores al servicio del régimen de opresión; aparentemente académicos, estudiosos, pero nunca defienden al pueblo, son vasallos, son empleados serviles de la oligarquía en los países (¿?)
“Nosotros estamos viviendo tiempos excepcionales, interesantes, momentos estelares en nuestra historia, porque están cayendo máscaras y todos los que simulaban se están descubriendo tal cual. Qué cosa tan importante ha sido el inicio de esta transformación, porque es una revolución de las consciencias, pero al mismo tiempo ha sacado a flote el clasismo, el racismo…”
“…Ahora ya no se puede mediatizar, que eran (sic) lo que hacían muchos seudointelectuales, engañaban que eran independientes, y eso retrasa el avance de una verdadera transformación, del establecimiento de un auténtico sistema político, democrático…
“…cuando uno se enfrenta a quienes defienden dogmas o son fanáticos es muy difícil cambiarlos, no anden insistiendo, y más cuando se trata de quienes defienden privilegios, es muy difícil…”
¿Por qué cuando no se está de acuerdo con alguien la más simple de las descalificaciones es llamarle “seudo” cualquier cosa? Por dos razones, por envidia o por soberbia.
¿De veras Roger Bartra es un falso intelectual? ‘En serio Enrique Krauze es un falso historiador o Eduardo Matos un arqueólogo de mentiras?
Todas las personas adheridas al respaldo a la candidatura de oposición tienen méritos notables. Y algunos, notabilísimos.
También llama la atención este párrafo autodescriptivo: “…cuando uno se enfrenta a quienes defienden dogmas o son fanáticos es muy difícil cambiarlos…”
Este es un acto fallido. ¿Podrá cualquier otro fanático superar esto?
“…Pero ganamos, ¿eh?, porque así es como vamos a ir purificando la vida pública, logrando una sociedad mejor. Porque si todo eso se mantiene soterrado e impera la hipocresía, pues nunca vamos a poder llevar a cabo la obra de transformación”.
El error consiste en calificar de hipócritas del pasado a quienes no han hecho sino manifestar una preferencia política del presente.
¿Si estuvieran del lado de Claudia Sh? serían lo mismo? Seguramente no. Estarían del lado de algún monero, ese sí, intelectual de tomo y lomo, cuyas obras completas aguardan en el ranchito de Palenque..
Rafael Cardona