Vladimir Putin prometió el sábado «castigar» a los responsables del atentado que dejó al menos 143 muertos en Moscú, y aseguró que los sospechosos fueron detenidos cuando huían a Ucrania, sin mencionar la reivindicación del grupo yihadista Estado Islámico (EI).
Ucrania ha negado en firme cualquier vínculo con el ataque y afirma que Rusia, cuya ofensiva combate desde hace más de dos años, busca apenas la forma de echarle la culpa.
El ataque a la sala de conciertos Crocus City Hall en la periferia de Moscú, la noche del viernes, es el más sangriento en Rusia desde hace dos décadas, así como el más mortífero reivindicado en Europa por el grupo EI.
El presidente ruso dijo en un discurso televisado que los cuatro atacantes fueron detenidos cuando «se dirigían a Ucrania, donde según los datos preliminares [de los investigadores] se había preparado una ‘ventana’ para que pudieran cruzar la frontera».
Putin respaldó así la versión expuesta poco antes por sus servicios de seguridad, el FSB. En ningún momento de su discurso mencionó la reivindicación del grupo yihadista Estado Islámico, difundida el viernes por la noche y reiterada este sábado.
«El ataque fue conducido por cuatro combatientes del EI, armados de ametralladoras, una pistola, cuchillos y bombas incendiarias», afirmó la organización yihadista en una de sus cuentas de Telegram, y añadió que el ataque se inscribe en el contexto de «la guerra» con «los países que combaten al islam».
Putin, recién reelecto por otros seis años, calificó el drama de «acto terrorista salvaje», prometió castigar a todos los responsables y decretó este domingo como día de luto nacional.
Poco antes, el Kremlin había anunciado la detención de 11 personas, entre ellas «los cuatro terroristas directamente implicados en el atentado».
Esas cuatro personas fueron detenidas en la región de Briansk, en la frontera con Ucrania y Bielorrusia, precisó luego el Comité de Investigación ruso, competente en este tipo de crímenes.
El atentado tuvo lugar el viernes antes de un recital del grupo de rock ruso Piknik, en una sala de conciertos del Crocus City Hall, en Krasnogorsk, un suburbio del noroeste de Moscú.
El FSB afirmó que los sospechosos tenían «contactos» en Ucrania, confrontada desde 2022 a una intervención militar rusa, y planeaban huir a este país tras el ataque, pero no ofreció pruebas de este supuesto vínculo ni dio detalles sobre su naturaleza.
El asesor presidencial ucraniano Mijailo Podoliak desmintió la acusación de Rusia y escribió en la red social X que «las versiones de los servicios especiales rusos sobre Ucrania son absolutamente insostenibles y absurdas».
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