Alfonso Zárate, en los usos del poder, consideró que los propios obispos han dejado claro que mediante la ausencia del estado y la manera en que las comunidades sufren la presencia de los grupos criminales, ellos no han tenido otra opción que tratar de acudir a los jefes de plaza, los capos del crimen organizado para pedirles clemencia, para hacer una tregua entre sí que eviten en que continúen los secuestros extorsiones, asesinatos.