Desde la época precolombina, mascar chicle es una forma regular de pasar el tiempo que no ha perdido vigencia. De hecho, más de 100 mil toneladas de goma de mascar se producen cada año.
Originario de México, el chicle salió de la selva yucateca hacia Estados Unidos para conquistar el mundo a partir del siglo 19. Actualmente, según cifras de la consultora Statista, uno de cada dos norteamericanos lo consumen regularmente.
Considerado durante algún tiempo de mal gusto, pero en otro momento como todo un símbolo de lo mexicano e incluso una de las cosas que unió Quintana Roo a la República Mexicana, el consumo de chicle tiene una impresionante historia.
Cada 13 de enero, se celebra en todo el planeta el Día Mundial del Chicle y, para festejarlo, aquí hay algunos datos que quizá no sabías sobre esta entretenida golosina orgullosamente mexicana.
Una golosina histórica
Los antiguos mayas fueron los primeros en emplear la savia cocida del chicozapote como una golosina. En su lengua se le llamaba sicte, la cual se puede traducir como mascar con la boca.
El cultivo fue importante durante la Colonia, y los árboles de chicozapote se introdujeron en Filipinas, donde la industria chiclera fructificó. De hecho, Asia es el segundo continente donde más se consume chicle, solo después de Europa.
Otro hito importante ocurrió después de la incursión en El Álamo, Texas, por parte de las fuerzas de Antonio López de Santa Anna. Cuando el entonces presidente de México fue capturado, conoció a Thomas Adams, quien quería emplear la resina como sustituto del caucho.
Luego de notar que no era posible hacer ruedas de chicle, Adams retomó su uso original como golosina. En 1871 presentó su primer producto y años después le incorporó regaliz y jarabe de arce para mejorar su sabor, mientras que el cambio más radical sucedió años después, con la incorporación de esencia de yerbabuena, el sabor más popular hasta nuestros días.
El dulce que unió a una nación
Aunque en la actualidad solo el 3.5 por ciento de los chicles que se mascan en el mundo provienen de la savia del chicozapote, este cultivo fue muy importante para integrar al territorio de Quintana Roo a la República Mexicana.
En 1937, el entonces presidente Lázaro Cárdenas le encomendó a la Expedición científica mexicana que analizara algunos productos que permitieran la población y desarrollo de los territorios de Baja California y Quintana Roo.
En el caso del territorio del sur, la explotación de los árboles del chicle y del hule fue nombrada como una de las alternativas más viables para fortalecer el interés de los posibles colonos para viajar a dichos sitios.
“En la década de los treinta, algunos contratistas introdujeron el avión como medio de transporte en sus negocios de chiclería. A pesar de la pronta propagación del transporte aéreo, las arrias seguían siendo muy útiles para la extracción de la resina, pues había muchos lugares de difícil acceso. Con todo, la actividad chiclera de hecho fue el factor que desarrolló la aviación en el sureste de México”, escribió el investigador Raúl Pérez Aguilar.
Una golosina saludable
La importancia del chicle no solo radica en su historia, sino también en los beneficios que puede aportar a la salud.
“La goma de mascar puede ser un buen aliado para las actividades que requieren de atención y enfoque. Un estudio publicado por Nutrition Today muestra que su consumo mejora funciones cognitivas, como el estado de alerta, el enfoque y la concentración”, destacan voceros de Mondelez Snacking México, empresa dulcera que desde 1927 se encuentra presente en el país.
De acuerdo con el estudio, mascar un chicle aumenta entre 25 y 40 por ciento el flujo sanguíneo en áreas clave del cerebro para el procesamiento de información, además de permitir su oxigenación.
Adicionalmente, un estudio señala que el consumo adecuado de goma de mascar puede ayudar a disminuir el estrés y la ansiedad hasta en un 56 por ciento, además de existir variedades que incluso pueden ayudar a la higiene dental.
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