Las farmacias particulares se diversificaron, abrieron consultorios y aumentaron sus ventas. Las clínicas, sanatorios y hospitales, además de ganar mercado se consolidaron como un excelente negocio, otro tanto ha sucedido con laboratorios clínicos, abundan los particulares que dializan. Y cómo no si el estado abandonó la responsabilidad de atender la salud de los mexicanos.
Las cifras son demoledoras, el gobierno de López Obrador recibió el seguro popular con más de 55 millones de inscritos, lo desapareció para crear el INSABI, organismo que tuvieron que liquidar, un fallido proyecto costoso y plagado de visos de corrupción.
Datos del Coneval indican que en 2018 el 16.1 por ciento de la población no tenía cobertura, el porcentaje subió a 39.2. Cuando empezó el gobierno eran 20.1 millones sin acceso, la cifra subió a 50.4 millones, cerca de la mitad de la población total del país que ahora tiene que acudir al consultorio de la farmacia de la esquina y pagar, cuando pueden, los medicamentos.
El sistema de salud nunca ha sido perfecto, ninguno lo es, pero funcionaba, el seguro popular, con sus deficiencias, fue la respuesta para quienes no tenían cobertura de las instituciones, el tiempo ya le ganó al gobierno de López Obrador que va a heredar una serie de problemas que tomará tiempo resolver, solo consideremos que el seguro popular existió durante tres gobiernos que lo fueron fortaleciendo.
Sin lugar a dudas el peor legado que dejará este gobierno en materia de salud es la pésima gestión del Covid. Durante la pandemia fue un desastre, con saldo de más de 750 mil muertos, México quedó entre los cinco países con mayor número de víctimas, en el que murieron más elementos del personal de la salud y con el mayor número de niños que quedaron huérfanos. En este momento son miles los que contrajeron Covid que sufren y sufrirán de por vida las secuelas de la enfermedad y millones que tienen que resignarse a recibir vacunas de mala calidad como la Sputnik y la Abdalá, ambas de primera generación, sin la certificación de la Organización Mundial de la Salud y miles de ciudadanos tendrán que pagar por la Pfizer o la Moderna, que después de mucho tiempo y gestiones fueron aprobadas por el gobierno de México.
En materia de vacunación infantil también hubo abandono. México era líder, en 2016 con cobertura de 90 por ciento, hoy se encuentra entre los 20 países con más niños sin vacunas, actualmente solo cuatro de cada diez menores de un año y 26 por ciento de pequeños de hasta dos años han recibido el esquema completo, de acuerdo con la información del Pacto por la Primera Infancia.
El gobierno no vacuna y los pediatras particulares fueron impedidos para hacerlo.
Los ataques y el abandono de los niños con cáncer ha sido lamentable con graves consecuencias.
El desabasto será marca registrada del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, comenzó defenestrando a la industria farmacéutica con críticas sin sustento y menos consistencia, atacó empresas que con el tiempo fueron indispensables.
Ni el Seguro Social ni el ISSSTE han dado muestras de mejoría, por el contrario, hay opacidad en algunos procedimientos, a pesar de ello se recurrió a un modelo que fracasó en el pasado con el IMSS Bienestar; también en la obscuridad se encuentra la contratación de médicos cubanos, el incumplimiento de las promesas al personal que se multiplicó durante la pandemia y más mucho más.
Hoy casi la mitad de los mexicanos se atiende en servicios particulares y compra por su cuenta medicamentos y vacunas. En lugar de alcanzar a Dinamarca López Obrador ha favorecido la privatización del sector salud. Tal vez a eso se refiere cuando dice que México tendrá el mejor sistema de salud del mundo… Pero privado.