Jesús Silva Herzog Márquez, profesor de la escuela de gobierno del Tecnológico de Monterrey, consideró que el huracán Otis exhibe los límites de la política entendida como teatro. ¡Qué ridículo, qué ofensivo es montar espectáculos cuando hay muerte y desolación! La mermelada y los venenos del demagogo no tienen nada que ofrecer ante una desgracia como la que azota a Acapulco. El regreso a su resorte de hostilidades es un insulto cuando urge atender una emergencia. Cuando hay tantos sin techo, cuando hay tantísimos sin comida y sin agua, cuando el trabajo ha desaparecido quizá por siempre, un presidente enclaustrado en sus patológicas obsesiones se empeña en cazar enemigos, en lugar de convocar a la cohesión, a la solidaridad, a la ayuda.