Alfonso Zárate, en los usos del poder, expresó que, aunque fue advertido por el Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos, la severidad y velocidad que alcanzó el huracán Otis sorprendió a todos. La reacción gubernamental en las primeras horas y días se caracterizó por la improvisación e incompetencia. López Obrador decidió ir a Acapulco para conocer directamente los daños; a pesar de conocer las condiciones del trayecto, le organizaron un traslado escenográfico por tierra, un verdadero absurdo dado que las fuerzas armadas disponen de numerosos helicópteros con alta tecnología, lo que le habría permitido un rápido traslado y contar con una panorámica real de la devastación ocasionada por el huracán; de hecho, regresó a la Ciudad de México en un helicóptero de la Armada.