Jesús Silva-Herzog Márquez, analista político, hablo de la lucidez, cuánta sabiduría puede encontrarse de pronto en el pesimismo más profundo. Frente al escapismo de la ingenuidad o a la simpleza reactiva de la rabia, el pesimismo reconoce la naturaleza trágica de la historia. Al contemplar el horror inevitable que acecha el pesimismo muestra una claridad moral que afina el sentido de responsabilidad. El mundo no camina a la justicia y más vale abrir los ojos ante las desgracias que vienen. Esto después de leer el desolador artículo de David Grossman que tradujo el diario El País hace unos días. Mi país, dice el escritor israelí, será más derechista, más militante, más racista después de esta guerra. La nueva guerra alentará los prejuicios más odiosos y extremos y con ellos se esculpirá nuestra identidad.