Arquitecto Miguel Ángel Aragonés, habitante de Acapulco, en entrevista con José Cárdenas, expresó que Otis fue un huracán como la crónica de una pesadilla, nadie imaginaba la magnitud de un fenómeno meteorológico con esta fuerza, algo que no se había registrado en el pacífico con vientos entre 270 y 300 kilómetros por hora es devastador. Literalmente bardas de concreto perfectamente estructuradas y cimentadas con estructuras de concreto se cayeron. Ese es el resumen de lo que se ve, de un Acapulco herido, que le va a costar años recuperar ese brillo y esa capacidad que tenía para acoger el turismo de todo el mundo.