Miles de personas marcharon en el centro de Santiago de Chile para conmemorar los 50 años del golpe de Estado de 1973 y homenajear a las víctimas que la dictadura militar, una manifestación que, cargada de emoción y mensajes a favor de la democracia, pero que terminó con disturbios en el Cementerio General y los alrededores del palacio presidencial.
El presidente chileno, Gabriel Boric, se unió a la marcha encabezada por la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos (AFDD), y en cuya cabecera también estaba el juez español que estuvo a cargo del procesamiento del general Augusto Pinochet a principios de siglo, Baltasar Garzón.
“Su muerte fue en defensa de la democracia y del Estado de derecho”, señaló el mandatario minutos antes, durante la inauguración de un memorial en la calle Morandé 80, frente a la puerta del palacio de La Moneda por donde sacaron el cuerpo del presidente socialista después del bombardeo contra la sede de Gobierno.
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«El quiebre de la democracia chilena, con sus enormes secuelas de muerte y destrucción, nos sigue marcando hasta hoy. Hoy cuando algunos se permiten relativizar aquello que no debió existir, decimos con firmeza: democracia hoy y siempre”, subrayó Boric en la antesala de un aniversario que está generando mucha crispación y polarización.
La derecha tradicional chilena, agrupada en la coalición Chile Vamos, anunció esta semana que se ausentará de los actos conmemorativos, a los que asistirán varios presidentes de la región, y dijo que no firmará la declaración a favor de la democracia que promueve Boric.
Portando cientos de banderas y pancartas y fotografías de víctimas, la marcha terminó a los pies del Memorial de los Detenidos Desaparecidos, en el Cementerio General de la capital.
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El juez Garzón, que portaba unas gafas similares a las icónicas que llevaba Allende, pidió «no olvidar lo que ocurrió el 11 de septiembre de 1973, un asalto a la democracia, un golpe de Estado violento que supuso la apertura de un régimen de temor y la negación de los derechos humanos».
El golpe dio inicio a una cruel dictadura de 17 años que dejó un saldo de más de 40 mil víctimas, entre ellas al menos 3 mil 200 opositores asesinados.
«Mientras no haya justicia, no haya verdad, jamás dejaremos de marchar. Hay que sanar las heridas con justicia verdadera, reparación y garantías para el nunca más», dijo a EFE un manifestante que pidió no ser identificado. EFE