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La disputa por la basura: Francisco Graue

Publicado por
José Cárdenas

Francisco Graue

 

 

 

“No hay nada más despreciable, ni peligroso, que un malvado que cada noche se va a dormir con la conciencia tranquila”

Arturo Pérez Reverte

 

Si usted quiere entender ¿cómo se convierte el fracaso en éxito o la vergüenza en triunfo?, ¿cómo los delitos pueden ocultarse una y otra vez?, ¿por qué la traición premia tanto, y cómo se puede vivir con la conciencia tranquila cuando se ha provocado tanto daño? No lo piense más, Marcelo Ebrard, por experiencia, se lo puede explicar.

 

Marcelo Ebrard, maestro del oportunismo, tiene al país con el Jesús en la boca; que si se va con MC y Dante Delgado lo hace candidato. Que, si se retracta y se queda en MORENA o que, si el FAM lo convence para que se una a ellos. La disputa por la basura.

 

La historia política de este prócer inicia en 1989 de la única forma posible en este pobre país: a través el PRI, allí fue Secretario General del DF (1989-1992). Ya conocía desde antes a su mentor, Manuel Camacho Solís y después del mega berrinche de éste, Ebrard abandona el PRI (1995). Así inicia Marcelo su romance con el oportunismo y la traición.

 

Diputado en 1997 por el Partido Verde, los desconoce un año después y se hace independiente. En el año 2000 regresa con Camacho al frente del PCD, pero viendo la estrella ascendente de AMLO, abandona a Camacho y “cede” a favor de AMLO como candidato a Jefe de Gobierno del DF. Ebrard pasa a ser perredista.

 

Se une, por primera vez, al equipo de AMLO en el DF como Secretario de Seguridad, allí enfrentó su primera gran crisis; en Tláhuac tres policías son linchados de la forma más brutal. Muchos medios transmitieron en vivo el terror y la agonía de los policías. Ebrard pretextó que, por la distancia, la policía no pudo llegar a tiempo para salvar la vida de sus compañeros. Los reporteros sí pudieron. Ebrard contaba sus primeros muertos.

 

AMLO, lo rescata y lo nombra Secretario de Desarrollo Social, en 2005 se postula para el gobierno del DF, con el respaldo del PRD, pero con el rechazo total de Cuauhtémoc Cárdenas.

 

En 2008, una vez más, por su probada ineptitud mueren aplastados nueve jóvenes y tres policías en la discoteca New’s Divine. Ebrard logró evadir su responsabilidad forzando la renuncia de sus colaboradores.

 

En el 2012, inauguró la Línea 12 del metro que, de 15,000 millones de presupuesto pasó a un precio final de ¡25,000 millones de pesos! Nunca justificó el sobre costo. En 2014, la construcción demostró ser un fraude, pues se probó que tanto el diseño, los materiales y la ejecución fueron un desastre. Para entonces, Marcelo se impuso un autoexilio dorado en París, donde desarrolló su rolliza figura.

 

La Línea 12 requirió todas las reparaciones imaginables, con los costos inherentes, mientras Ebrard seguía evadiendo el tema. Finalmente, el 3 de mayo del 2021, el tramo sobre la avenida Tláhuac se desplomó con un saldo de 26 fallecidos y 80 heridos. La estrategia de Ebrard para desligarse de esta tragedia fue responsabilizar a Claudia Sheinbaum. Ambos son culpables por acción y omisión.

 

Para el 2018, a Marcelo ya no le cabían los muertos en la cajuela y rescatado, por tercera vez, por AMLO como Secretario de Relaciones Exteriores. En 2022, como miembro de MORENA, se une al selecto grupo de las corcholatas suspirantes.

 

El resto lo conocemos hasta el hartazgo. Ahora, Marcelo en plan víctima, nos hará el favor de elegir dónde “continuará su lucha”. No nos engañemos, Ebrard piensa en términos de oportunidad, no de lealtad. Sólo lo mueven dos palancas: el poder y el interés.

 

Pongamos la basura en su lugar y enfoquémonos en la reconstrucción de México que merece algo mucho mejor.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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José Cárdenas