Ante la eventualidad, certeza para muchos, de que México tenga una mujer en la presidencia de la república hay tiempo suficiente para hacer consideraciones del reto para el próximo gobierno, que no es menor y el compromiso de validar con buenos resultados la primera incursión femenina, al mismo tiempo engrosar las filas de un pequeñísimo grupo de mujeres que han gobernado países y producido resultados de época.
La historia registra mujeres muy poderosas como Cleopatra o la Reina Isabel, pero en los tiempos modernos entre las muy destacadas se puede mencionar a Margaret Thatcher, Indira Gandhi, Jacinda Ardern, Ángela Merkel, entre otras. En América no hay paradigmas del nivel de las anteriores, la primera fue la argentina María Estela Martínez de Perón quien fue destituida por los militares, la chilena Michelle Bachelet tuvo un aceptable primer período, no lo pudo ratificar en su segunda incursión; tampoco se destacó Dilma Rousseff, la primera presidenta de Brasil, quien fue destituida.
A un año de distancia es predecible que Andrés Manuel Lópoez Obrador dejará serios problemas que van a requerir acciones inteligentes e incluso valientes, planes y programas que reencaucen los caminos que este gobierno no pudo o tomó decisiones equivocadas.
La seguridad ocupa el primer lugar, por el crecimiento del crimen, la desintegración de los grupos policíacos, la falta de apoyo a las policías estatales y municipales y, desde luego, la militarización que hoy se encuentra en toda clase de tareas, la mayoría ajenas a las responsabilidades propias de las fuerzas armadas. Hay quienes sostienen que al interior se siente mucha inconformidad, que fuera de quienes se han visto beneficiados con cargos, presupuestos y solapamiento, los demás confiesan que se debe regresar a la esencia.
La tarea será encontrar al general y al almirante que releven a los actuales que no tengan ambiciones de dinero y poder, capaces de regresar a lo básico, pero para hacerlo bien.
El sistema de salud ha sido despedazado, la desaparición del seguro popular, la falta de medicamentos, personal médico, infraestructura y presupuesto, entre otras urgencias; tendrán que atenderse con prontitud.
En materia de educación las cosas se han agravado, la crisis con los libros de texto vino a evidenciar los muchos problemas que se generaron con una pésima gestión de los titulares en casi todas las dependencias del sector.
En materia económica lo primero que tendrá que enfrentar quien gobierne México será la necesidad de una reforma tributaria, crear las condiciones para crecer más allá del 1 por ciento que heredará López Obrador, aprovechar las oportunidades que se vienen presentando con la relocalización, las cadenas de producción, la renovación del acuerdo comercial con Estados Unidos y Canadá, que por cierto ya hablan de abrir el panel de controversias en materia energética y ¿Qué decir del lastre que ya son PEMEX y la CFE? O la carga que van a significar las obras suntuarias.
Hay quienes reclaman propuestas, sobran los retos, pendientes e insuficiencias, pero no cabe duda que sitio especial lo ocupa el deterioro de los recursos naturales, el cambio climático y los compromisos internacionales del país en la materia.
¿Y las mujeres? ¿Cómo van a responderle a las que han sido sumamente golpeadas por el obradorato? Como las que han protestado, las madres buscadoras, las que tenían estancias infantiles o que no han contado con atención médica.
Para enfrentar los desafíos del México de los próximos seis años se necesitará capacidad y otra cosita. Veremos si una mujer es capaz de revertir, reconstruir y reencauzar el rumbo y, de paso, colocarse entre las que han cambiado la historia.
