El papa Francisco exhorta a los líderes europeos a abrir sus puertos a los migrantes y refugiados. En su visita a Marsella, el pontífice predicó la humanidad y la caridad, y condenó los «nacionalismos beligerantes». Francisco ha pedido una respuesta paneuropea a la migración para evitar que el Mediterráneo se convierta en «el cementerio de la dignidad».

«Quienes arriesgan su vida en el mar no invaden, buscan ser acogidos. El fenómeno migratorio no es tanto una emergencia momentánea, siempre buena para provocar propaganda alarmista, sino un hecho de nuestro tiempo.»

En su discurso ante unos 60 obispos, políticos y grupos de jóvenes, Francisco se pronunció a favor de acoger a los migrantes, poniendo como ejemplo a Marsella, un puerto que durante siglos fue cruce de culturas y religiones.

Voluntarios de SOS Mediterráneo ofrecieron al papa un chaleco salvavidas para niños.

El papa ha recalcado su condena a la tragedia de la migración en el Mediterráneo, que este año ha dejado más de 2300 muertos contabilizados hasta la fecha.