Diego Fernández de Cevallos, en su bitácora de la resistencia, consideró que se debe entender que la corrupción social y política se alimentan recíprocamente, el abandono criminal de los servicios de salud pública a cargo del gobierno, la creciente ola de asesinatos y muchos otros desmanes del crimen organizado, el aumento de la pobreza extrema, el inicio de las campañas electorales y un sin fin de calamidades nacionales no son la causa de las desgracias a las que se refieren y que sufre México. Son los efectos de la pérdida de valores éticos y cívicos necesarios para la sana convivencia social. Esa pérdida de valores en la consecuencia inmediata y directa del desastre educativo y cultural que padece México, mientras esa degradación se inicia en el entorno de las familias por el mal ejemplo que reciben los hijos la juventud será predestinada al fracaso y perdición.