Cada año, el 9 de septiembre se conmemora el Día Mundial de la Agricultura, en honor a aquellas personas que comprometen sus vidas al cultivo de la tierra con el propósito de generar alimentos para abastecer a la sociedad.
Últimamente, la celebración de este día, se enfoca cada vez más a los retos que deben sobrepasar los agricultores frente al cambio climático, crecimiento poblacional y nuevos patrones de consumo.
Además, sirve para promover el estudio, desarrollo e innovación de nuevas técnicas agrícolas y su impacto en el medio ambiente, para el beneficio de futuras generaciones.
La agricultura es una de las actividades más antiguas y ha sido tan importante como lo es ahora y lo será a futuro.
A través de todas sus variantes (extensiva, intensiva, hidropónica, de conservación, etc.) la agricultura está presente en casi todos (para no decir todos) los productos que consumimos a diario, y si no los compramos en el supermercado o frutería de la esquina, los producimos en nuestra huerta o jardín, por lo cual, también es agricultura.
Según datos de la ONU, el mundo deberá alimentar a casi 9.700 millones de personas en 2050, que serán 11.000 millones en 2100.
La población mundial seguirá creciendo y por ende, la agricultura deberá adaptarse a esa demanda, siempre y cuando tenga lo que necesita.
Actualmente, los efectos adversos del cambio climático y la cada vez menos disponibilidad espacial, hace que la actividad se encuentre en una situación de grandes cambios, donde la mejora en la adaptación de los cultivos a mayores temperaturas y menor disponibilidad de agua es fundamental.
Es de vital importancia aunar esfuerzos para el desarrollo de tecnologías flexibles que permitan incrementar la productividad de la tierra para la mejora continua en cantidad y calidad de los productos obtenidos, minimizando el impacto ambiental, así como apoyar la mejora de las condiciones laborales y económicas de campesinos y pequeños productores.
Fuente: Tecnología Horticola