Los fiscales habían pedido 33 años de prisión contra Joseph Biggs, un veterano de Irak y Afganistán que llevó a unos 200 miembros de Proud Boys al Capitolio para intentar anular por la fuerza la declaración de victoria del demócrata Joe Biden sobre el presidente republicano saliente, Donald Trump. Se trata de la segunda pena más larga pronunciada por la justicia estadounidense por este caso.
El juez Timothy Kelly tuvo en cuenta las circunstancias agravantes por actos de terrorismo solicitadas por los fiscales, pero subrayó que el acusado «no tenía intención de matar gente».
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El imputado había expresado previamente su arrepentimiento, al asegurar que ahora estaba apartado de la política y de toda militancia. En mayo, fue declarado culpable de seis cargos, incluido el de sedición, junto con otros líderes de Proud Boys.
Aunque el asalto al Capitolio no provocó un gran número de muertes, el fiscal Jason McCullough había destacado ante el tribunal la gravedad del hecho y la necesidad de sentencias disuasorias. Los atacantes «querían intimidar y aterrorizar» a todos los que se les opusieran, dijo.
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El ataque del 6 de enero de 2021 «rompió nuestra tradición de transferencia pacífica del poder, una de las cosas más preciadas que teníamos como estadounidenses», dijo también el juez. Joseph Biggs pasó más de dos años en prisión preventiva, y en ese lapso estuvo en régimen de aislamiento, 22 horas del día sin salir de su celda.