Carlos Marín, en sus demonios andan sueltos, explicó que los nuevos libros de texto gratuito y el debate generado se deben a la perversidad que con ellos asegurará un sustento pedagógico a su pretendida revolución de las conciencias. Aunque el artículo tercero constitucional exige que la educación que imparta el estado esté apegada al avance del conocimiento científico, la “nueva escuela mexicana” quiere que los saberes y tradiciones de la comunidad tengan el mismo peso y validez de la ciencia.