Uno de los muchos misterios de la política emocional, si pudiera haber alguna clasificación real para los estados de ánimo del “zoon politikon”, es la frecuencia del llanto. No se conocen los mecanismos neurofisiológicos y emocionales de esa capacidad de llorar (aunque sea sin lágrimas), tan desarrollada –por ejemplo—en los militantes de la izquierda, al menos la izquierda mexicana, tan lejana de Los rigores bolcheviques y tan cercana a las actitudes de “tiquis miquis” de perredistas, morenos y demás.
No lo sé de cierto como decía Sabines, pero me han dicho de un político izquierdista o sedicente izquierdistas, quien ha hecho de la pataleta y la movilización, sus mejores recursos discursivos y políticos, hasta subir a los adoratorios de su abundante feligresía a la cual quiere conmover diciendo, quien ha dicho alguna vez, soy el más atacado desde Francisco I. Madero.
Otros, con menor estatura, se han inconformado con los resultados de un sondeo, de una encuesta, cuando no de una elección y han soltado (se decía antes), las de San Pedro porque no fueron elegidos o simplemente fueron echados a un lado de la cuenta en tal o cual contienda.
Es como una vocación para el martirio, como los habitantes del santoral: todo se va en vírgenes en la hoguera y santos a degüello, cruz o parrilla, cuando no saeta o muerte a golpes de mazo, como San Judas Tadeo.
¡Ah!, cómo chillan los izquierdosos. La mayoría de ellos sigue aquel viejo consejo milonguero: el que no llora no mama, pero estos lactan en demasía.
–¿Dónde reside la capacidad del llanto?
Consulté algunos textos en la enciclopédica internet y encontré estos datos. Claro, alguien tendrá otros.
“…Investigaciones recientes (Edmundo Estévez M. y Alicia Zavala.C.) demuestran un incremento significativo en la actividad simpática asociados con el llanto. Los resultados de la activación parasimpática son algo más mixtos, pero hay alguna sugerencia de que la resolución del llanto está asociada con aumentos en la actividad parasimpática, lo que quizás sugiera un proceso de recuperación asociado con el llanto. El patrón general sugiere que la producción de lágrimas es tanto una señal de angustia que despierta como un medio para restaurar el equilibrio…
“…Los trabajos de Newman proporcionan una revisión detallada de la base neuronal de las vocalizaciones de llanto. Los circuitos neuronales involucrados en los diferentes componentes del llanto emocional (es decir, actividad muscular, vocalización, producción de lágrimas, experiencia emocional) parecen incluir principalmente estructuras que son parte de la denominada red autónoma central (CAN).
“La CAN participa en mecanismos de control visceromotores, neuroendocrinos, motores complejos y moduladores del dolor esenciales para el mantenimiento de la homeostasis, la expresión emocional y las respuestas al estrés y, como tal, es crucial para la adaptación y la supervivencia. La CAN se basa en la actividad de varios neurotransmisores, incluidos los aminoácidos, la acetilcolina, las monoaminas y los neuropéptidos…”
Pues todo esto lo tienen los izquierdistas a flor de piel. Nada más revise usted las recientes pataletas de Mancera y Aureoles a quienes ya hasta Zambrano ya les dio un zape. Nada de romper la alianza, les dijo.
Hoy, en la contienda del pleito arreglado de los corcholatos y la corcholata se nota esta capacidad a leguas.
Todos se la viven en el rincón de los lamentos y la calle de la amargura. Hay uno de ellos cuya queja ha sido la constante. De toda chilla porque no está parejo el piso o porque no se promueven debates; porque los gobernadores les organizan mítines y reuniones a los otros, porque sí o porque no, pero especialmente porque las encuestas no lo favorecen como dicta la orden de su maltrecha vanidad. Espejito, espejito…
Como la gata de doña Flora.
A final de cuentas quizá todo esto no sea cosa de jeremiadas más o menos convincentes sino de habilidad hípica.
¿Caballo de la hacienda o caballo dorado?
Rafael Cardona