El atentado significó además un nuevo golpe para la imagen del exmandatario Rafael Correa, cuya candidata Luisa González encabezaba las encuestas de intención de voto antes del asesinato. Villavicencio, experiodista de investigación, había ventilado casos de corrupción durante el mandato del socialista, hoy exiliado en Bélgica.
El crimen generó un terremoto político: asistió en razones a los candidatos que prometen acabar con la violencia mediante la fuerza del Estado especialmente el derechista Jan Topic, según analistas.
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Sin presentar pruebas, seguidores y parte del círculo cercano de Villavicencio señalaron a Correa, acérrimo rival del difunto cuando estaba en el poder está detrás de su muerte, aunque la justicia no relaciona al correísmo con el crimen. El propio Correa reconoció el impacto negativo de esa «campaña miserable» de cara a las elecciones del 20 de agosto para asociarlo con el magnicidio.
«El problema de la inseguridad y del crimen organizado que está atravesando Ecuador ya era la principal preocupación para la mayoría de la población ecuatoriana, según las encuestas», dice a la AFP Paolo Moncagatta, decano de Ciencias Sociales de la privada Universidad San Francisco de Quito.