“Hubo algunas reuniones previas con autoridades españolas antes de mi llegada a la Cancillería que fueron positivas, pero eso no quiere decir que hayamos aún salido de lo que el Presidente llama la pausa”, afirmó Bárcena durante una reunión que mantuvo ayer en la sede de la cancillería con medios de comunicación nacionales y extranjeros.
La nueva responsable de la política exterior se reunió la semana pasada con el embajador español, Juan Duarte Cuadrado, pero el encuentro sólo fue para hablar sobre la presidencia del Consejo de la Unión Europea (UE) que su país ejercerá en los próximos seis meses.
“Tuvimos esta reunión con el embajador Duarte, sobre todo porque España va a presidir el Consejo de la Unión Europea en los próximos seis meses, ese fue el motivo principal de la reunión con ellos. Y nos concentramos en este tema, de cuáles son los objetivos que tiene España en los próximos seis meses”, respondió Bárcena a pregunta de los reporteros sobre su encuentro con el diplomático, en lo que fue visto como una normalización de las relaciones entre los dos países.
La funcionaria mexicana agregó que España celebra elecciones generales el próximo 23 de julio, por lo que México va “a estar a la espera de cuál será el resultado”, pues de ahí se retomará “seguramente la conversación” con la nación europea.
En febrero del año pasado, el presidente López Obrador dijo, durante su conferencia de prensa diaria, que consideraba sano para ambos países hacer una pausa y distanciar las relaciones político-económicas que se crearon en las dos últimas décadas entre empresarios españoles y los gobiernos mexicanos.
“Creo que nos va a convenir a los mexicanos y a los españoles, desde luego al pueblo de México y al pueblo de España, hacer una pausa en las relaciones”, señaló.
El mandatario mexicano se refirió a la compañía energética Iberdrola, la petrolera Repsol, la constructora OHL y la financiera BBVA para reiterar su punto de vista sobre presunta corrupción y clientelismo en las últimas dos décadas.
Sus declaraciones provocaron la inmediata reacción del gobierno español, el cual a través de su canciller, José Manuel Albares, afirmó que “la relación entre España y México es una asociación estratégica que va más allá de declaraciones verbales súbitas o de palabras puntuales”.
“España trabajará siempre por mantener las mejores relaciones con México y reforzar los lazos con este pueblo hermano. El gobierno desea unas relaciones basadas en el respeto mutuo, como quieren los españoles y los mexicanos, sin este tipo de manifestaciones”, agregó el Ministerio del Exterior español.
Ante esto, López Obrador tuvo que aclarar que no había ninguna ruptura, pero insistió en la necesidad de distanciar a México de los negocios de empresas españolas.
“Nosotros somos muy respetuosos con el pueblo español, tenemos relaciones íntimas con el pueblo de España, pero en los últimos tiempos, en el periodo neoliberal, las empresas españolas apoyadas por el poder político tanto de España como de México, abusaron de nuestro país y de nuestro pueblo. Nos vieron como tierra de conquista. Eso fue lo que dije ayer”, explicó el mandatario.
Sin embargo, en abril pasado, el presidente mexicano anunció un acuerdo por seis mil millones de dólares para la compra de 13 plantas de energía eléctrica en México propiedad de Iberdrola, empresa española a la que había criticado en numerosas ocasiones, en lo que consideró como una nueva nacionalización.
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