La tentativa del golpe de Estado orquestada contra el presidente de Níger, Mohamed Bazoum, se produce en medio de una grave crisis de seguridad en el país debido al ascenso de los grupos yihadistas en el Sahel, que se encuentran a pocas decenas de kilómetros de la capital Niamey.
Los golpistas, que pertenecen a la Guardia Presidencial, tomaron el control del Palacio Presidencial en Niamey y retuvieron adentro al presidente Bazoum, mientras que fuerzas del Ejército rodean la zona, en lo que podrían ser preparativos para entrar en la sede presidencial.
El actual intento de golpe de Estado se produce en el contexto del ascenso del terrorismo en Níger que afecta a cinco de las ocho regiones del país, especialmente a las fronterizas con Mali y Burkina Faso, donde operan grupos afiliados a Al Qaeda y al Estado Islámico (EI).
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Los grupos yihadistas multiplican sus atentados contra civiles y militares, causando cientos de muertos, heridos y desplazados. Solo en las últimas semanas, más de 10 mil personas han huido de sus hogares en la región de Ouro-Gueladio, a 65 kilómetros de la capital, por la presión yihadista.
Las regiones de Tillabéri (suroeste), Diffa (extremo sureste) y Tahoua (al este de Niamey) son las más afectadas por los ataques terroristas en los últimos años, aunque los grupos terroristas operan en otras regiones, incluso localidades en la proximidad de la capital.
El experto maliense Mohamed ag Ismail explicó a EFE que la inestabilidad de Níger tendrá un impacto nefasto sobre la estabilidad de toda la región, aunque destacó que todavía es prematuro saber el futuro de las evoluciones en Niamey.
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Los países occidentales, sobre todo Francia, para contrarrestar esa propagación del terrorismo en la región perdieron dos aliados importantes después de los golpes de Estado en Malí (2020) y Burkina Faso (2022), que trajeron al poder a militares anti Occidente.
Sin embargo, Níger mantuvo sus relaciones con Francia en el momento en el que Mali y Burkina Faso, sacudidos también por el terrorismo, se acercaron a Rusia.