El descubrimiento de una antigua canoa de madera rodeada de esqueletos humanos y animales en el salvamento arqueológico del Tren Maya, cerca de la antigua ciudad maya de Chichén Itzá, ha despertado el interés de los Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y el Centro Nacional de Investigación Científica (CNRS) de Francia. Según señalan, esta canoa pudo haber sido utilizada como parte de un ritual.
En 2021, buzos de la península de Yucatán descubrieron la embarcación y los huesos en las profundidades de una cueva submarina situada a 4.6 metros bajo la superficie del agua, ello como parte de las labores de salvamento arqueológico desarrolladas por la Secretaría de Cultura del Gobierno de México en las obras del Tren Maya.
Según un comunicado de prensa, los estudios iniciales realizados en laboratorios de México y el extranjero indican que, debido a la presencia de una gran variedad de huesos, la embarcación pudo haber sido creada para ser depositada como una ofrenda.
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En total, los arqueólogos encontraron 38 restos óseos, entre ellos un metatarso humano (hueso del pie) probablemente de una mujer, así como huesos de armadillo, perro, pavo y águila.
Según la cosmovisión maya, el armadillo tenía una gran importancia simbólica y era considerado un avatar de la deidad del inframundo conocida como Dios L. Este dios llevaba una capa cuyo diseño se asemejaba al caparazón del armadillo. Los arqueólogos que estudiaron los restos de armadillo señalaron que estos podrían ser una representación simbólica de la entrada de este animal al inframundo.
En concreto, los expertos explicaron que el armadillo era capaz de nadar bajo el agua mientras retenía la respiración y mantenía sus garras en contacto con el suelo. Esta habilidad acuática del armadillo podría haber sido interpretada por los mayas como una alusión a su capacidad para penetrar en el inframundo.
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«Se conocen imágenes en la cerámica maya en las que este animal [el armadillo] aparece como un ‘taburete de los dioses’, con personajes que colocan sus pies sobre él», afirmó Alexandra Biar, arqueóloga del Centro Nacional de Investigación Científica (CNRS) francés. Esto «enlazaría directamente con la evidencia arqueológica observada en el cenote», con el armadillo sirviendo como manifestación de la deidad.
Los arqueólogos Jesús Gallegos y Biar han afirmado que la propia morfología de la canoa respalda la hipótesis de su uso ritual. Debido a que la proa y la popa son extremadamente pesadas, su capacidad de navegación en aguas turbulentas habría sido limitada. Por esta razón, los expertos sugieren que es posible que la canoa haya sido creada con propósitos simbólicos, según señalaron en un comunicado.
Inicialmente, cuando la embarcación fue descubierta durante una excavación relacionada con un proyecto ferroviario, los arqueólogos la fecharon de manera provisional entre los años 830 y 950 d.C. Sin embargo, según señaló Biar, nuevos análisis de carbono indican que la madera de la canoa en realidad data del siglo XVI.