“El que se ahoga no repara en lo que se agarra”
José de San Martín
México siempre ha sido una nación dividida en muchos sentidos, y si bien existía una conciencia de esas divisiones y sus consecuencias políticas, sociales y económicas, prevalecía una suerte de “acuerdo de convivencia” que permitía que el tejido social no se fracturara o al menos, no totalmente.
AMLO entendió, después de la elección del 2012, que su camino para llegar a la presidencia y hacerse del máximo poder posible, tenía que reventar ese acuerdo y así erigirse como el redentor de las clases sociales más pobres y de aquellos que se sentían agraviados por el sistema político mexicano. Nacía MORENA con un discurso mucho más trasgresor para agrupar a los redimidos por AMLO y señalar a los enemigos conservadores con nombre y apellido.
AMLO dividió al país en dos grupos: los chairos -beneficiarios del régimen- y los fifís señalados con todos los calificativos posibles, pero todo se resume en sus enemigos opositores. La filias y las fobias llegaban para quedarse.
Hoy, inmersos en la sucesión presidencial, los mexicanos estamos ahora de nuevo divididos entre la Xóchitl-filia y la Xóchitl-fobia, pero para no caer en especulaciones, hay que enfocarnos en hechos:
A finales del año pasado, dos hechos modificaron la ruta del triunfo inevitable de MORENA en el 2024: las marchas ciudadanas y la ruptura de AMLO con la Suprema Corte. Hay que dejar claro que esto no significó ningún cambio en las intenciones de Palacio. Que les vaya a resultar, es otra cosa.
Impulsados por la victoria de MORENA en el EdoMex, en Palacio decidieron que había que impulsar con todo a las corcholatas de AMLO a sucederlo en el 2024, eso sí, previa imposición de términos y condiciones. El plan seguía adelante. Ningún cambio.
Mientras tanto, el Frente Amplio por México (FAM) seguía sin rumbo y sin ningún candidato con la fuerza mínima necesaria para enfrentar a AMLO y sus corcholatas y, entre las intenciones de unos y las distracciones de otros surge Xóchitl Gálvez (XG). Le bastó un portazo en Palacio para convertirse en ese liderazgo que nadie podía llenar en el FAM, ni imaginar en Palacio. Llega la Xóchitl-filia con toda su fuerza y apoyo ciudadano y responde la Xóchitl-fobia desde Palacio con todo su poder y recursos. Todo cambió.
El crecimiento de Xóchitl es irreversible, pero urge concentrase cuanto antes en dos temas: Primero, sus propuestas para resolver la reconstrucción del país y saber con qué equipo lo hará. Ser anti-AMLO no es suficiente. Segundo, tomar conciencia de que AMLO utilizará todos los recursos del Estado, legales o no, para desacreditarla e impedir su llegada a la presidencia en 2024. La campaña AMLO & Corcholata vs Xóchitl ya está en marcha.
Está claro que en Palacio algo se calculó mal y ahora “eso” está fuera de control. Sí, hay tiro.