La violencia que ha escalado hasta el asesinato de agentes de la policía en Sonora ha provocado la renuncia de decenas de sus compañeros por miedo a que los alcance la muerte.
En las últimas horas, la Fiscalía General de Justicia (FGE) de Sonora confirmó que tres cuerpos hallados sin vida y con señas de tortura, que fueron arrojados en calles de Ciudad Obregón, correspondían a tres hermanos que eran agentes de la Policía Municipal quienes fueron sustraídos y secuestrados por un grupo criminal la semana pasada.
Los hechos ocurrieron en una fiesta familiar en el Pueblo Yaqui, una región indígena en Sonora.
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Ante este escenario, en las últimas semanas en el municipio de Cajeme han renunciado 36 policías por el pésimo salario de apenas 3 mil 800 pesos (unos 220 dólares) quincenales y por el riesgo que significa patrullar en una de las regiones más violentas del mundo.
De acuerdo con el Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justica Penal, en Ciudad Obregón la tasa es de 155 homicidios por cada 100 mil habitantes.
Según los reportes, el 30 de junio los tres hermanos policías estaban en una fiesta en la comisaría de Pueblo Yaquí hasta donde llegó en camionetas un grupo de hombres armados que se llevó a las víctimas por la fuerza, identificadas como José de Jesús, Carlos Armando y Marco Antonio, todos de apellido López Félix.
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A pesar de que la Mesa Estatal de Seguridad advirtió de un intento para intentar rescatarlos con vida, los sicarios que se los llevaron lograron entrar a Ciudad Obregón para abandonar los cuerpos embolsados y torturados. Como posible móvil de este crimen la FGE informó que la línea de investigación está dirigida hacia uno de los grupos delincuenciales, ya identificado, que operan en la región. EFE