Cada vez son más los ámbitos en los que la simulación o la violación abierta de la ley se va imponiendo porque al presidente no le gusta lo que asienta desde la constitución hasta el último de los reglamentos.
López Obrador reveló este miércoles que intervino en el Poder Judicial para pedir a cinco ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación que votaran a favor de transferir el mando de la Guardia Nacional a la Secretaría de la Defensa, tres aceptaron (ya los conocemos), y dos decidieron votar por el respeto a la Constitución, que había sido modificada para que la Guardia Nacional fuese de carácter civil. Hipócritas, les dijo por negarse a cumplirle el capricho, incluso, a manera de chisme, reveló una supuesta confidencia de la presidenta Norma Piña con la secretaria de seguridad.
Nos estamos acostumbrando a que violar la ley no importe, por temor o por omisión no se sanciona o se evita enfrentarse al poderoso y así, hoy tenemos una inútil CDHM, organismos paralizados como el INAI o el Ifetel, porque al presidente no le gustan.
¿Cuánto tiempo nos llevó construir ese entramado de órganos autónomos de equilibrio o contrapeso? ¿Cuánto tiempo para que la Corte asumiera su tarea de poner la Constitución por encima de las órdenes del Ejecutivo?
Está claro que uno de los principales problemas de México es la falta de ESTADO DE DERECHO. No hay seguridad jurídica, se modifican leyes por consigna o se violan sin consecuencia y con eso se pasa por encima de los derechos humanos, de contratos o de acuerdos internacionales.
La violación más reciente es el proceso electoral del partido en el gobierno con el presidente a la cabeza. Mientras el país registra una inseguridead imparable la atención está centrada en una sucesión adelantada, ilegal.
Al tiempo que en Morena organizan consejos electorales, la alcaldesa de Tijiuana tiene que cambiar su residencia a un cuartel, el mismo día se perpetraban 105 homicidios, en un fin de semana de 258 asesinatos. El sistema de salud está hecho pedazos, los productores de maíz protestan porque nadie les resuelve, el flujo migratorio está desbordado en las dos fronteras, el sistema educativo carece de rumbo y hay un choque con nuestros principales socios comerciales, entre otras prioridades que deberían ocupar el tiempo de un gobierno que en cinco años continúa culpando al pasado.
El Jefe del Estado tiene meses concentrado en la sucesión, pasa las horas y los días mandando mensajes a sus seguidores, diseña la estrategia, le cierra el paso a la libertad de expresión, continúa atacando, ofendiendo y denostando a quienes ha convertido en sus adversarios y se los quiere endosar a gran parte de la población.
La serie de violaciones a la ley en este gobierno se va alargando, se han impuesto las obsesiones y fobias del presidente, algunas instituciones le han seguido el juego, ha cobrado vigencia eso de no me vengan con que la ley es la ley.
Los únicos frenos han venido de la ciudadanía que salió a las calles para evitar la destrucción del Instituto Nacional Electoral y de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, cuya mayoría de ministros ha votado por el respeto a la Constitución.
Pueden recurrir a toda clase de artificios, pero hoy Morena está en campaña para elegir a su candidato a la presidencia, el presidente está en el camino del desacato y de la violación a la libertad de expresión, porque hay un mandato judicial que le ordenó darle réplica a una ciudadana a la que difamó.
¿Hasta cuándo y hasta dónde?