Como lo hemos dicho en varias ocasiones, el proceso sucesorio no consta únicamente del relevo en el Palacio Nacional, (generacional, se le ha descrito), sino la construcción de un mecanismo de extensión transexenal del dogma y quien sabe si también del poder.
Inmersos en el chismorreo corcholatoso, notable juego de entretenimiento, no han querido ver (o no lo han querido decir), cómo el presidente prolonga su mandato desde ahora para ejercer influencia y dominio en quien disfrute de la futura silla prestada.
Hasta en los ejemplos más nimios se advierte la potencia de su influencia: ¿A poco el próximo no va a querer vivir en el Palacio Nacional, sin una “limpia” de por medio?
Pero algunas cosas ya ocurridas hacen evidente cómo López Obrador confecciona para sus discípulos, “los recuerdos del porvenir”. Por ejemplo, la distribución desde ahora del ejercicio del gobierno.
Del grupo de aspirantes quienes lo son únicamente porque él los ha seleccionado, ya ha determinado hasta la suerte y destino de los perdedores. Hasta a Ricardo Monreal se le ofrece un puesto “relevante” en el gabinete, lo cual cercena sus posibilidades (ya fracasadas una vez) de gobernar la ciudad de México, con lo cual hubiera logrado su segunda entidad como gobernador (al estilo de Cuauhtémoc Cárdenas). Rodríguez.
Ese puesto será para Rosa Icela.
El presidente finca sus programas sociales en la Constitución, y sus obras de infraestructura, tras la inmutable condición de la Seguridad Nacional. Eso le da al conjunto condición perdurable más allá de este lapso sexenal. El presidente amplía las concesiones del Grupo México, sin tomar en cuenta la opinión del siguiente gobierno. El Ejecutivo dicta medidas para prolongar la presencia militar hasta el 2028, sin contar la perpetuidad administrativa en el canal Transístmico, los aeropuertos, los puertos de mar y todo lo demás. ¡Firmes!
Y de pasadita les dice cómo organizar el poder Legislativo.
Eso no es continuidad, es continuismo. Maximato.
El Senado para el segundo lugar y la Cámara de Diputados para quien acabe tercero en las imaginarias encuestas diestramente manipuladas, como suele suceder. El cálculo se basa en la alta votación para integrar el parlamento, cosa ignorada (también) por la difusa oposición nacional; distraída en su incapacidad y extraviada en su indefinición. No es chicha ni es limonada. No da color y como el pulque, le falta un grado para ser carne, pero no es filete.
Si la derrota en el estado de México no les hace ver su propia ineptitud, la siguiente elección federal los reducirá del poquito a la nada. A ver si para entonces ya aprenden algo, sobre todo lo obvio: una alianza no es una suma de siglas; es una labor institucional con suma de fuerzas con un sentido concreto.
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Una muestra más del populismo bananero: las coordinaciones parlamentarias de un Congreso cuya agenda ya ha sido dictada (transformar la Constitución al gusto y necesidad de la inconclusa 4-T), convertidas en premios de consolación, como en un programa de televisión en blanco y negro. La Catafixia-Corcholatera.
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Difícilmente podríamos atribuirle a un acto irreflexivo el anuncio de Marcelo Ebrard de renunciar y cumplir la salida en un breve plazo anunciado por él mismo, ya sea por alguna razón personal o por solicitud del dueño del puesto en el cual se ha desempeñado desde el inicio de la 4-T.
Marcelo lleva mucho tiempo meditando sus pasos y después de este, el más significativo de todos en la formalización de sus ambiciones, ya no puede marchar hacia atrás, ni siquiera como Michael Jackson. Se metió como pie grande en zapato justo, con calzador.
A pesar de ser una decisión autorizada no deja de ser una decisión personal, a la cual –sin tacto, repentino y sulfuroso–, ha respingado Adán Augusto y en abierta alusión a su cercanía y paisanaje con el dueño del tablero, ha dicho, una vez más, lo preciso de los tiempos del señor. ¡Aleluya!, compañero.
Y si nos ponemos bíblicos, le obsequio al hombre de Tabasco, estas frases del Eclesiastés:
“…He visto asimismo que todo trabajo y toda excelencia de obras despierta la envidia del hombre contra su prójimo. También esto es vanidad y aflicción de espíritu”.
Pero no haremos de esta columna el boletín de la Sociedad Internacional de los Gedeones.
Lo notable en el marco general de esta renuncia manejada con pinzas y presentada con decoro y hasta con tacto (no se vaya a molestar el Mayor, con las previsibles consecuencias de la ira divina), es la evidencia de lo obvio: el absoluto control del propietario de Morena sobre sus subordinados y el dominio del proceso entero, lo cual ni es novedoso ni tampoco exclusivo: durante años y años los presidentes del PRI controlaron la sucesión presidencial y sólo después de destapar al tapado comenzaban a sentir la venganza de los rencorosos.
La pregunta ahora es simple: ¿cuándo empieza la cesión del poder? La respuesta es sencilla: empieza este año.
Y en ese sentido, solo un ingenuo se traga este rollazo:
“…Nada de tapados, dedazo, nada de destapes, nada de imposición, allá donde está la casita del mástil de los barcos, donde mandan a los marinos que se portan mal: al carajo con todo eso, con todas esas lacras de la política…»
¿Por qué un presidente cuida tanto la sucesión?
Porque aspira (inútilmente) a prolongar su ideología Y también por su seguridad personal. Nadie audita a un presidente, pero sí a un expresidente. No vaya a ser y el sucesor quiere irrumpir con la novedad de un ex jefe del Ejecutivo en líos judiciales.
Su apuesta se basa en la fidelidad transexenal de Morena. Si el heredero (o la heredera, todo capricho puede suceder), se aparta del dogma y marcha por distinto sendero, la multitud agradecida del rancio morenismo, los fundadores, promoverían el recurso.
Pero una es tener el recurso y otra aplicarlo con éxito. La historia nos enseña la primera lección del poder: la traición.
Se puede mangonear a un aspirante, pero no se puede mangonear a un presidente. Excepto si es un “nopalito”. Pero para eso se necesita ser Calles. Y para eliminar a Plutarco, se necesitó a Lázaro Cárdenas.
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Informa la Marina de importantes decomisos (para quien dude de la fabricación local de fentanilo). Un cargamento con 20 toneladas de sulfato de bario natural y metanfetaminas y siete toneladas en Veracruz más de precursores para elaborar drogas sintéticas. Y no precisamente aspirinas.
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Informa el colectivo “Cero Desabasto”. En el año 2022 quince millones de recetas para diabéticos o personas con males mentales, se quedaron sin surtir en clínicas y hospitales del destartalado sistema público de Salud, especialmente en el Seguro Social.
En esa agigantada institución, dirigida por Zoe Robledo quien confunde elocuencia con eficacia, el desabasto es monumental, si se le pudiera alzar un monumento a la ineficiencia. Tendría una altura considerable.
Rafael Cardona