Con blusa de flores, falda gris rasgada, y mechones amarillos, el cuerpo acartonado se muestra junto con 116 cadáveres momificados de forma natural en la ciudad de Guanajuato. Fueron exhumados entre 1870 y 2004 por falta de espacio en el panteón Santa Paula, y al no poder contactar a sus familiares, las autoridades municipales los etiquetaron como «patrimonio cultural«. Hoy son un atractivo turístico que rentabiliza el ayuntamiento.
«Ignoro quién decidió colocar esta escenografía para el cuerpo, pero son muchos años en que se ha mostrado así», comenta a AFP Jesús Borja, director de Cultura de Guanajuato, sobre la tétrica instalación de la momia femenina. La ficha que acompaña esos restos señala: «Se dice que toda persona que tuvo problemas con ella terminó su vida en desgracia; otro mito fue que vendió su alma al diablo».
Las Momias de Guanajuato están repartidas en tres museos de este municipio conocido por sus espectaculares callejones y kilométricos túneles, huella de un pasado minero. La mayoría se muestran de pie y en urnas de cristal, con muy poco espacio entre sus cráneos y las luces de las vitrinas. Una melodía lúgubre suena sin cesar entre los pasillos apenas iluminados de uno de los museos, ubicado en el cementerio Santa Paula, de grandes columnas y muros de piedra verde y rosa pastel.
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La exposición de los restos ha generado un debate entre quienes los consideran parte del patrimonio cultural de la ciudad y aquellos que denuncian una falta de ética por la manera en que son exhibidos y preservados.
La controversia creció luego del traslado de varias momias a Ciudad de México (a 350 km de Guanajuato por carretera) para ser expuestas en una feria turística en marzo pasado.
«Por algunas fotografías publicadas en los medios de comunicación, se ha observado que uno de los cuerpos registrados por el INAH en noviembre de 2021 presenta indicios de proliferación de posibles» hongos, advirtió el Instituto Nacional de Antropología e Historia (estatal).
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«Es preocupante y extraña que no se haya convocado para una valoración de tales cuerpos antes de su traslado», añadió el INAH en un comunicado. A ese cuerpo se le designó el nombre de Edgardo y en su torso y piernas se observan diminutos puntos blancos. Pero Borja defiende que el traslado se hizo con el debido cuidado y que las momias representan un «vínculo» generacional.
Los museos donde se exhiben generan unos 2 millones de dólares en ingresos anuales al municipio por la visita de unas 600 mil personas, según el gobierno de Guanajuato, que sostiene haber solicitado al INAH una revisión de todos los restos antes de su exhibición en Ciudad de México.
El INAH insiste en que no sabía de dicho traslado, pese a lo cual está dispuesto a asesorar su manejo. Detrás de la polémica asoman también las diferencias políticas entre el gobierno federal de izquierda y la oposición conservadora que administra el estado de Guanajuato y su capital.
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Los habitantes no son ajenos al debate. Tener a «un familiar en una exhibición sería una falta de respeto y pelearía para que no se exhibiera», declaró a AFP Luis García, guía turístico de 50 años, quien cuestiona que se haga «negocio» con estos restos.