Brasil anunció oficialmente su retorno, después de cuatro años, a la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), bloque que nació en 2008 impulsado por el gigante suramericano, según informó la Cancillería brasileña.
“En un momento de retomada de sus principales alianzas internacionales, Brasil volverá a formar parte de la Unasur”, mediante un decreto firmado la noche del jueves por el presidente, Luiz Inácio Lula da Silva, comunicó el Ministerio de Relaciones Exteriores.
El decreto que promulga el Tratado Consultivo de la Unasur, que coloca al país “de regreso al grupo creado en el segundo mandato del presidente Lula”, comenzará a regir a partir del 6 de mayo, apuntó el comunicado.
“Así como Brasil, Argentina también anunció que volverá al bloque”, que después de tener a todas las doce naciones suramericanas en 2010, actualmente solo cuenta con Bolivia, Guyana, Surinam y Venezuela, además de Perú, que está suspendido, recordó la Cancillería.
El objetivo de la Unasur, citó Brasil, “es fomentar la integración de los países en un modelo para integrar las dos uniones aduaneras que existen: el Mercosur (Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay) y la CAN (Comunidad Andina de Naciones)”.
Pero esa integración, “además de la esfera económica”, debe darse “para alcanzar otras áreas de interés, como la social, cultural, científico-tecnológica y política”, añadió el comunicado.
El pasado 23 de marzo, en Santo Domingo, el canciller brasileño, Mauro Vieira, había afirmado que su país quería “relanzar con nuevas bases” la Unasur), organización abandonada en el último lustro por la mayoría de países que la acusaban de estar ideologizada.
“La Unasur desempeñó un papel importante y vale la pena el esfuerzo de su relanzamiento con nuevas bases. Y esas bases incluyen el resultado del diálogo con los países miembros, para que todos consideren el formato adecuado. Vamos a trabajar en ese sentido”, adelantó Vieira en entrevista telefónica a EFE.
El bloque nació en 2008 impulsado por el fallecido presidente venezolano Hugo Chávez y Lula.
En 2017 entró en crisis, cuando los doce países miembros no pudieron ponerse de acuerdo sobre un nuevo secretario general, situación que se agravó por las posiciones encontradas sobre la crisis venezolana.
La situación se tornó más crítica cuando, en 2018, Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Paraguay y Perú, con Gobiernos de centroderecha, encabezados por el entonces mandatario brasileño Jair Bolsonaro, suspendieron su participación y financiación.