Rafael Cardona en su Cristalazo, explicó que, a través de una decisión judicial, en medio de un incomprensible juicio de amparo, la universidad sufre un agravio no impuesto ni siquiera por quienes en otro tiempo la acribillaron con artillería real, no retórica, ocuparon militarmente o aquellos cuya obra política la quisieron mutilar, arrinconar y hasta desaparecer. El silencio impuesto a la UNAM no es un asunto jurídico. Tiene un simbolismo cultural e histórico de extrema gravedad. No se había logrado ni siquiera con los tanques. Allanada en 1968, la Universidad conservó la voz y la palabra.
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