Más de medio siglo después de su muerte, Martin Luther King sigue vigente tanto por sus logros como por su congruencia en sostener, pese a todo, su convicción de luchar por sus causas sociales y políticas sin violencia.
No hay, en la breve e intensa biografía de King, ninguna expresión de violencia verbal ni física, como no hay, tampoco, ninguna invocación al odio, la venganza o el resentimiento en su liderazgo.
Durante los 15 años de luchar por los derechos civiles de los negros en Estados Unidos y más tarde en contra de la guerra de Vietnam y por los derechos de todos los desamparados, fue fiel al principio de la No Violencia, promovido y ejercido por Mahatma Gandhi, cuya gesta por la independencia de la India coincidió con los primeros 18 años de vida de King.
Nacido el 15 de enero de 1929, a los 19 años fue pastor auxiliar de la iglesia familiar, y en 1954 aceptó ser pastor en Montgomery, Alabama, donde destacó como activista por la igualdad para los negros. Un año después lideró el boicot al transporte público para protestar contra un hecho hoy icónico: el arresto de Rosa Parks por faltar a la ley al no ceder su asiento a un blanco en un autobús
King recibió amenazas para él y su familia, fue arrestado y encarcelado, incluso una bomba estalló en su casa, pero Rosa Parks fue liberada y en 1956 un Tribunal prohibió toda discriminación en el transporte de la ciudad.
Muchos de sus seguidores querían venganza por las agresiones sufridas, pero Martin Luther King los contuvo: “No podemos resolver este problema con la venganza. Vamos a tratar la violencia con la No violencia. Hemos de amar a nuestros hermanos blancos, independientemente de lo que nos hagan.”
En 1959 viajó a la India, donde ratificó su convicción de conjugar las palabras con la acción política y prescindir de la violencia.
A su regreso, fue arrestado en Atlanta y Albany por encabezar manifestaciones no autorizadas, y el senador John F. Kennedy tuvo que intervenir para que fuera liberado.
A pesar de ciertos avances, como reducir la segregación y conseguir mejor educación y alojamiento para los negros en el sur, algunos de sus compañeros de lucha consideraban que iban despacio y se pronunciaron por tomar acciones violentas de presión y protesta.
El 28 de agosto de 1963, ante una multitud de más de 250 mil personas, que él había convocado para la llamada Marcha hacia Washington por el Trabajo y la Libertad, pronunció su discurso emblemático “Tengo un sueño” (Texto íntegro: https://bit.ly/2PASyxS).
Aunque en noviembre de ese año perdió a su amigo y aliado, el presidente Kennedy, el nuevo mandatario, Lyndon B. Johnson, promulgó el 2 de julio de 1964 la Ley de Derechos Civiles, que daba paso a la integración racial y en consecuencia prohibía la segregación de los negros en las escuelas, los empleos y las escuelas públicas, al tiempo que creaba la Comisión de Igualdad de Oportunidades en el trabajo para raza y género.
En diciembre de ese año recibió el Premio Nobel de la Paz y al siguiente se pronunció en contra de la guerra de Vietnam y luego fue expandiendo su interés por la defensa de los derechos de todos los desamparados, lo que algunos de sus compañeros interpretaron como un descuido de la lucha de los negros, y optaron por acciones violentas que terminaron en disturbios caóticos en Nueva York y Detroit.
Imperturbable frente a la presión de la violencia, el 4 de abril de 1968, mientras realizaba los preparativos de una marcha en favor de los trabajadores de limpieza de Memphis, Tennessee, Martin Luther King fue asesinado, 20 años después de que lo fuera Mahatma Gandhi, de quien decía haber aprendido “la técnica para la acción” y quien, sin enterarse, había sido su mentor.
Ambos se caracterizaron por excluir todo tipo de violencia en los movimientos que encabezaron. Sus palabras, como sus acciones, estuvieron siempre libres de odio y provocación, incluso en sus momentos más amargos. Víctimas de la violencia, no cedieron ante ella ni la ejercieron, y así, por la vía de la movilización pacífica, lograron derechos y oportunidades inimaginables para millones de personas.
(*) Secretario general de Servicios Administrativos del Senado y especialista en derechos humanos.
No saciemos nuestra sed de libertad
bebiendo de la copa de la amargura y el odio:
Martin Luther King
94 aniversario de su natalicio
Mauricio Farah
@mfarahg