Parece una cosa de karma. Un destino del cual no logra escapar nuestra señora regenta, doña Claudia Sheinbaum.
Todo se le viene abajo o se le quema –escuelas. (Rébsamen), mercados (San Cosme), pasos elevados (Tláhuac)–, todo le sale mal; en ninguna circunstancia atina –como en el Metro; o se le mueren 30 o se le incendia o inunda o sufre alcances–, y no convence ni siquiera con las más ensayadas explicaciones. –como ayer–, siempre orientadas a la exculpación; nunca a la responsabilidad.
Es una víctima de su impreparación y su falta de rumbo propio. Apenas una repetidora de los dichos, frases y lemas del pensamiento (¿?) de su jefe.
Por dedicar su tiempo a la auto promoción, cobijada por los más rudimentarios grupos de Morena, para quienes el hallazgo de una silueta de perfil con infantil colita de caballo es la exaltación del mejor talento de su candidata, la señora Sheinbaum no ha logrado, en cuatro años, corregir el deficiente servicio del Sistema de Transporte Colectivo (Metro), en manos de sus correligionarios desde hace treinta años.
No digamos mejorarlo o evitar los accidentes, invertir en mantenimiento, poner orden en la operación y hacerlo funcionar siquiera como el Metro de Nueva York o París.
El relato de sus desventuras es de vergüenza, con respeto a quienes por esas impericias hayan resultado muertos o heridos. He aquí.
El 11 de abril de 2020, dos trenes del Sistema de Transporte Colectivo Metro –33 y 38–, chocaron en la estación Tacubaya, en la Línea 1. Un muerto.
La Fiscalía de la Ciudad de México, un apéndice judicial de la jefatura de gobierno dijo, sin embargo: la colisión entre los trenes, fue provocada por deficiencias operativas.
“(IBA). – Según un vocero de la FGJ, los procedimientos de seguridad fueron ignorados por ambos conductores, además de que una reguladora del Puesto Central de Control incurrió en negligencia”.
Pero ese mismo centro de control sufrió uno de los peores accidentes en la historia del Metro. No se dio en las vías, ni en la operación de los trenes. No; fue en las instalaciones acarcachadas y vetustas de la calle Delicias.
“El 9 de enero de 2021, se incendió la subestación eléctrica del PCC.
“El siniestro consumió un edificio de cinco pisos, una planta baja y un sótano, además de causar la muerte de una mujer policía.
“Sin embargo, estas no fueron las únicas consecuencias, pues el incendio provocó el paro total de las líneas 1, 2, 3, 4, 5 y 6, cuya operación fue restablecida por completo hasta el 8 de febrero.
Pero eso no fue todo durante este improvisado (des) gobierno:
“El 20 de abril de 2021, hubo un descarrilamiento en la estación Indios Verdes, alrededor de las 5:30 horas, en la zona de talleres. No afectó notablemente el servicio, pero provocó pérdidas económicas al sistema.
“Setenta y dos horas después, el 23 de abril, hubo un incendio en la Línea 4 en el tramo elevado correspondiente a Consulado y Fray Servando. La conflagración generó el cierre de la línea Martín Carrera-Santa Anita.
Cinco días más tarde los usuarios de la línea 8 fueron desalojados de los vagones. Salieron caminando por los escapes, porque hubo otro incendio en el tendido féretro. Ese 28 de abril, el accidente ocurrido entre las estaciones Atlalilco y Escuadrón 201 obligó a los pasajeros a desalojar el tren mientras este se hallaba en el túnel”.
Obviamente la cima de la ineptitud se dio con el derrumbe del elevado de la línea doce en Tláhuac. Ese accidente no fue tan grave: nada más se murieron 23 personas y 79 quedaron lesionadas.
Los peritajes determinaron la responsabilidad de los pernos en las trabes y estructuras metálicas; no de quien puso los pernos e instaló vigas y viguetas. El opulento constructor, el señor Carlos Slim anunció su generosa reparación, sin cobrar ni un peso.
Marcelo Ebrard, en cuya administración se construyó la línea dorada (ya se le vio el cobre), se zafó de toda responsabilidad y dijo: yo no pongo pernos. La señora Sheinbaum sacudió su cola de caballo y dijo así con inspirado acento: yo tampoco.
También invitaron a los muertos a resucitar, pero no atendieron el llamado.
Y ahora, otro alcance. Y pronto otra catarata de pretextos, explicaciones inverosímiles y adjudicación de responsabilidad a los enemigos de la IV-T, capaces de cualquier cosa con tal de dañar la obra bienhechora de nuestro señor presidente y su corcholata.
Rafael Cardona