Esta edición especial de Rhino recopila un buen puñado de canciones de pop y new wave para todos los gustos. Están las nostálgicas y maravillosas “Fairytale of New York” (Pogues & Kristy MacCall) y “2.000 Miles” (Pretenders) junto a cosas más festivas como “Christmas” (Mathew Sweet), “Christmas Time” (Chris Stamey Group) y otras muchas. Porque la Navidad suele tener esa doble vertiente de melancolía y diversión. Y eso, lleno de melodías y frescura, es lo que ofrece esta recopilación de pop navideño de enorme calidad.
Los villancicos por definición tienen que ser fanfarria, gritos desacompasados y percusiones abrasivas. Pero este disco propone exactamente lo contrario. Austeridad y minimalismo son la base. La pareja formada por M. Ward y Zooey Deschanel añaden ligereza a evocadoras canciones con motivos navideños y el resultado es entrañable y cálido. Guitarra, piano y ukeleles bastan para colorear temas como “Blue Christmas” o “I’ll Be Home for Christmas”. Para esas tardes junto a un buen fuego y una hermosa lectura.
A pesar de que hace décadas ya estremeció a todo un país con un “Tamborilero” que más bien parecía una saeta, no fue hasta 2013 cuando el titán de Linares grabó un disco íntegro de villancicos, algo habitual en el mercado anglosajón, pero rareza por estos pagos. Nada se le resiste a esta figura. Se atreve hasta con el “Last Christmas” de George Michael. Sin complejos. De otra forma, no sería Raphael. Por eso hay emociones desbocadas a lo largo de la decena de temas del disco: “Noche de paz, noche de fe”, “Bendita y maldita navidad”, “A cantar” y, cómo no, su “Tamborilero” pueden dejar al borde del KO fulminante a cualquiera si te pilla desprevenido.
Abran paso a la primera dama del jazz. Podría cantar la música del Telediario y salir airosa, así que poco más se puede añadir a su interpretación de este volumen de villancicos. En cortes como “Let It Snow! Let It Snow! Let It Snow!” o “Winter Wonderland”, Fitzgerald lleva sus cuerdas vocales hacia el mismísimo final del arcoíris. Porque no se puede cantar mejor. Es imposible cogerla en un tono falso y su capacidad para estirar las frases es antológica. Por eso triunfa con este disco de Navidad que además está impecablemente arreglado.
¿Alguien creía que los Beach Boys eran solo para el verano? Si hubieran hecho un disco sobre una visita al dentista también nos hubiera fascinado. Aquí aparecen seis originales, incluido el maravilloso “Santa’s Beard”. Y los clásicos “White Christmas” y “Blue Christmas”, ambos cantadas por Brian Wilson, suenan conmovedores. Que no te espante esa indescriptible portada con los muchachos de la playa enfundados en sus jerséis de punto montando un monstruoso árbol de navidad. Y encima solo tiene bolas rojas, que las debieron comprar a última hora. Eso sí, el contenido de dentro (las canciones) es encantador.
Y qué serían unas Navidades sin el bueno de Franky. De pequeño se cayó en la marmita del iluminado y ahí permaneció para siempre. Este fue el cuarto álbum que Sinatra grabó en un año (este hombre era de la América que madruga) y hay que ponerse el frac para escucharlo. Si te sientes tierno, escucha “I’ll Be Home For Christmas” y “Have Yourself A Merry Little Christmas” porque te entrarás ganas de abrazar a todo el mundo, inspectores de hacienda incluidos. Es que este hombre era único.
Atención a la nómina de intérpretes: Miracles, Supremes, Jackson Five, Temptations, Marvin Gaye, Stevie Wonder y más desfilan por esta maravilla que llena de alma tu Navidad. Pone los pelos como lavadoras centrifugando escuchar a Michael Jackson decir “realmente vi a mamá besando a Papá Noel y se lo diré a mi papá”. Y qué decir del “What Christmas Means to Me” de Stevie Wonder o el “Children’s Christmas Song” de Diana Ross. Por cierto, que la reedición de 1999 incluye el “I want to come home for Christmas”, que en su día fue el lamento de año nuevo de Marvin Gaye por los soldados americanos en Vietnam.
El mismo año que Sinatra sacó lo suyo llegó Elvis con su propuesta comercial y el resultado no decepcionó. Para variar, Elvis cumplió el encargo del Coronel Parker, y lo hizo a su manera: entregándose por completo a la causa. Irving Berlin, el autor de “White Christmas”, estaba tan escandalizado por la versión de Elvis que trató de prohibirla en la radio. ¿Era para tanto? No. Había más motivos para prohibir “Blue Christmas”, pero por el peligro de sufrir infarto de emoción.
Recopilación que reúne temas de “James Brown Sings Christmas Songs” (1966), “A Soulful Christmas” (1968) y “Hey America It’s Christmas” (1970). A pesar de la temática, El Padrino del Soul no renuncia a hincar rodilla para cantar “Merry Christmas Baby” o “Please Come Home for Christmas” ni a destrozar cinturas con el funky de “Go Power at Christmas Time” o “Soulful Christmas”. James Brown siempre quita el sentido y siempre se tomó muy en serio todo lo que fuera ponerse delante de un micrófono para cantar lo que fuera. Y si había que ponerse firme y reivindicativo (“Santa Claus Goes to the Ghetto” o “Let’s Unite the Whole World at Christmas”), era el primero en ponerse al frente. No le tosía ni Santa.
Este hombre era un peligro público, pero todo un regalo musical si tenías la fortuna de no conocerlo en persona. El muro de sonido llega a la Navidad con joyas como “Santa Claus Is Coming to Town” (The Crystlas), “Frosty the Snowman” (Ronnie Spector), “Christmas Baby, Please Come Home” (Darlene Love) y muchas más. No es solo que probablemente estemos ante el mejor disco de Navidad de todos los tiempos, sino que se trata de un álbum cuya calidad va más allá de la temática. No en vano, la revista “Rolling Stone” lo elevó al puesto 142 de su lista de los 500 mejores discos de todos los tiempos. Y Brian Wilson lo calificó como su álbum favorito de siempre. Pues no se hable más.
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