No es una elección más.
Lo que se va a decidir el 2 de enero es mucho más que el plagio de una tesis, va de por medio la resolución de temas que marcarán la democracia de México y la división de poderes.
El todavía presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, tuvo la oportunidad de pasar a la historia como uno de los mejores, llegó con credenciales respetables y se va con más pena que gloria, con la mancha de su cercanía con la presidencia de la república.
Dice que no negó sus afinidades con López Obrador, habrá que recordarle aquello de la mujer del César no solo debe serlo, sino parecerlo.
El ciudadano Arturo Zaldívar puede tener las simpatías que le plazcan, pero no así el presidente de la SCJN, en cuyo cargo se deposita una de las piezas del triángulo del Estado, la división de poderes es una fortaleza y no una posición política personal.
Zaldívar no respetó las distancias, se hizo huésped frecuente de Palacio Nacional, igual con el jefe del ejecutivo que con el consejero jurídico, Julio Scherer, con quien, se dice, habría confeccionado el polémico proyecto para ampliar su período por dos años más que rechazó el pleno de ministros.
Asegura que se va tranquilo porque nunca en la historia se había dado un cambio tan profundo, “todos los jueces y las juezas en esta administración han gozado de sus garantías institucionales (…), no se ha perseguido a ningún juez porque voten contra el gobierno, a nadie”, afirmó en el noticiario de Ciro Gómez Leyva en Radio Fórmula.
Peeero, lo que no se vio fue una defensa, por mínima que fuera de aquellos jueces, que en apego al derecho resolvieron a favor de quienes se querellaron contra el gobierno, un ejemplo el juez Juan Pablo Gómez Fierro en los temas de la reforma eléctrica, fueron durísimas las críticas del presidente, quien incluso pidió al Consejo de la Judicatura una investigación contra el juzgador, qué decir del Subsecretario de Seguridad, Ricardo Mejía Berdeja, quien, sin evidencias, afirmó que, “Un juez a modo, un juez por encargo, que es el que utilizan siempre los grupos de interés (…)”.
El abogado Arturo Zaldívar llegó a la Corte por la propuesta del expresidente Felipe Calderón, por lo que fue muy bien vista la forma en que procedió con el caso de la guardería ABC de Hermosillo, lo que no se vi bien fue que tardase 13 años para revelar que fue presionado por el entonces secretario de gobernación, Fernando Gómez Mont, para que modificase el proyecto de sentencia que señalaba responsabilidades de funcionarios del IMSS y familiares de Margarita Zavala. Al presentar su libro, 10 años de derechos. Autobiografía jurisprudencial, reveló que: “En un momento me dice el secretario: ‘Dice el Presidente que no te apoyamos para esto’, y le dije: ‘Dile al Presidente que postuló un ministro, no designó un secretario de Estado, que yo no soy su empleado y no voy a llevar en mi conciencia la muerte de 49 niños’”.
Gómez-Mont aclaró sólo le expuso razones por las que el proyecto no iba avanzar al estar mal elaborado por no generar consensos y por hacerlo a escondidas del resto de los ministros y agregó que: “Yo jamás, como secretario de gobernación, di instrucciones a ningún juez y menos de parte del presidente. Fui a presentar mis argumentos. En la política, el secretario de gobernación no es recadero del presidente”.
Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, se va en silencio en torno a la situación de la ministra Yasmín Esquivel, un posicionamiento de la SCJN que le vendría bien al caso.
Ahora el reto para los ministros es elegir bien. Un presidente para el equilibrio de poderes, que tenga claro que la democracia de México estará en juego, otra vez quien presida la Corte tendrá la oportunidad para pasar a la historia por lo que haga y no por lo que deje de hacer.