Sea cual sea el resultado de las investigaciones en torno del intento de asesinato de Ciro Gómez Leyva (con tal y no suceda como con los sacerdotes jesuitas de Chihuahua, cuya muerte aún permanece impune, a pesar de conocerse al autor material de los crímenes), los atropellados procedimientos iniciales no permiten suponer una respuesta rápida a las dos preguntas fundamentales del asunto: ¿quién? y ¿por qué?
Derrumbada la versión facilona de los amigos del señor presidente (Ricardo Salinas a la cabeza de todos, por razones de todos conocidas; aversión contra CGL y sumisión ante AMLO), en torno de la autoría del señor Tucán, quien ya ha ofrecido testimonio en contrario quedan tantas pistas como quieran indagar y de las cuales sólo saben las autoridades.
Pero el problema es el mal abordaje de la situación y la confusión de responsabilidades.
El primer dislate fue ofrecer una conferencia conjunta entre la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum y el secretario de Seguridad Ciudadana, Omar García Harfusch. Ninguno de los dos tiene la responsabilidad legal de investigar los delitos y procurar justicia.
Claudia es una autoridad política y administrativa y la policía tiene una función preventiva, aunque desarrolle tareas de inteligencia en apoyo de su función primordial.
Investigar le toca a la Fiscalía Autónoma de la CDMX, cuya capacidad de autogestión ha quedado una vez más demolida por los dichos presidenciales de ayer, como a continuación se leerá. Al parecer, ignorantes de todo esto, (o simplemente por atrabancados en salir a la carrera y decir nada), Omar y su jefa, ni siquiera invitaron a la conferencia de prensa a la fiscal Ernestina Godoy. Y aún más: al retirar la visibilidad pública a la fiscal (fiscala, dirían los mal hablados), le dejaron al caso únicamente el cariz de hecho político, para después exigir la “despolitización” del atentado, lo cual es imposible.
Pero si todo eso no fuera suficiente, el Ejecutivo se ha tomado el asunto en sus manos. No para resolverlo, sino para procurarse el aprovechamiento de los hechos en favor de la cotidiana denuncia de cualquier suceso adverso a sus ideas, como maléfica obra de sus muchos malquerientes, quienes son –como todos sabemos—racistas, clasistas, conservadores, derechistas, reaccionarios, etc., etc.
Así lo dijo ayer, sin desviarse ni un ápice de su estrategia de confrontación:
–¿Quiénes apoyaron a García Luna?
“Pues Ciro, Marín de Milenio, todos ellos.
“Un abogado, supuestamente un hombre recto, un falsario, hipócrita, el que no quiso que se investigara lo de los niños de ABC de Hermosillo, este Ramón Cossío, es parte de todo este grupo, nefastos. Ese llamó ‘el mejor policía del mundo’ a García Luna.
“Si fuesen honestos saldrían a ofrecer disculpas, pero no, le siguen y le siguen y le siguen. Y ahora quieren que ya no haya mañanera; pues puede ser que nos prohíban que haya mañanera, pero a lo mejor la vamos a hacer al mediodía…
“…Por más que han querido contrarrestar lo que se está haciendo con ataques constantes, planeados, en los medios de información convencionales… Con honrosas excepciones, pero cuando hablo de excepciones estoy hablando de una minoría, de minoría, la mayoría de los medios de información convencionales está en contra nuestra abiertamente, no hay ningún equilibrio, no hay objetividad, no hay profesionalismo”
Y por eso se merecen los balazos, porque no hay equilibrio, no hay objetividad, no hay profesionalismo.
–¿Y en el discurso oficial como el larguísimo rollo de ayer, si hay equilibrio, objetividad y profesionalismo? (…) Ya expresamos aquí que nos solidarizamos con él ( ya cállense, entonces, le faltó decir en medio de tanta indignación justiciera) y por eso he ordenado una investigación a fondo para ver todas las hipótesis…”
¿A quién le ha ordenado? ¿A las fiscalías autónomas, a la jefa de Gobierno de la CDMX?
Pues gracias entonces, señor presidente. Ya con eso es suficiente.
Rafael Cardona