A muchos les ha sorprendido la violación legal de Rosario Piedra Ibarra, Comisionada Nacional de los Derechos Humanos en relación con el sabotaje permanente del gobierno en contra del Instituto Nacional Electoral. A mí no. La historia de vida de esa mujer, se desarrolla en el filo de la legalidad.
Y no sólo por las peculiaridades de su nombramiento presidencial, anuló la autonomía e impuso la dependencia de su gestión en la CNDH desde el primer día. Su gestión estuvo marcada, si no por la ilegalidad plena, si por la irregularidad básica. Obviamente la naturaleza de esa institución le sigue siendo absolutamente desconocida.
Por años, hablando de ilegalidades, ella y su madre, la señora Rosario Ibarra de Piedra, vivieron en la búsqueda de un desaparecido. Su hermano Jesús, quien formaba parte de una célula guerrillera cuyos fines reivindicativos, eran — en sus métodos y proceder –, ilegales.
Secuestrar, robar, sabotear, asaltar bancos y otras cosas, eran delitos punibles –ahora quizá ya no lo son, si se invocan motivos de “lucha social”–, lo cual no implicaba (ni implica), tolerancia ante la violación de los Derechos Humanos de quienes los cometían, como estrategia de “lucha popular proletaria”.
Cuando RPI llegó a la adolescencia revolucionaria, seguidora de los movimientos subversivos de Cuba y su exportable modelo de guerra de guerrillas, tan popular como fracasada, Rosario Piedra se casó con otro guerrillero, de mayor jerarquía y significado en el movimiento rebelde: Germán Segovia, quien logró conocimiento público y un altar en la catedral de la guerrilla, por el secuestro de un avión de Mexicana de Aviación hace 50 años; la liberación de varios de sus compañeros, el asilo en La Habana y el relativo éxito de una acción contra la burguesía dominante, cosa similar a la actual pandilla neoliberal y corrupta de la 4-T.
Esto viene a cuento por un relato publicado extensamente en EXCELSIOR, en el cual se cuenta aquel matrimonio bendecido por la convicción de la lucha de clases.
“…Después de su autoexilio en Cuba, Germán Segovia, de regreso a México se casó a principios de 1981 con Rosario Piedra Ibarra, actual presidenta de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH).
“Existen datos que apuntan a que Piedra Ibarra y Segovia Escobedo, además de ser paisanos, tuvieron acercamiento durante la realización del Festival de la Juventud y Estudiantes, celebrada entre julio y agosto de 1978 en La Habana.
“El 25 diciembre de 1981, Rosario Piedra encontró muerto a Segovia dentro de su casa.
“Voy a un viaje muy largo”, le dijo Segovia a Piedra Ibarra, a manera de despedida, según contó a “Proceso” la titular de la CNDH, en el marco de la entrega de la medalla Belisario Domínguez a su madre, Rosario Ibarra de Piedra, en octubre de 2019”.
Otra parte del relato cuenta:
“…El secuestro del avión de Mexicana de Aviación hace 50 años tiene todos los elementos de una invención de la imaginación:
“La súbita reacción del grupo guerrillero, que en cuestión de horas planificó, decidió y ejecutó el aerosecuestro, como un reflejo a la detención de cinco de sus camaradas por parte de la policía, todos acusados de robar bancos, tiendas, farmacias, con montos millonarios, según un documento firmado por el capitán Luis de la Barreda Moreno, director de la Dirección Federal de Seguridad (DFS).
“La atropellada llegada de los cuatro jóvenes al mostrador de Mexicana en el aeropuerto de Monterrey para comprar los boletos y poder subir al vuelo. La entrada a la cabina de pilotos de un joven rubio, delgado, de modales correctos, al parecer de clase media o alta, armado con una pistola calibre .38 súper, que según el piloto del avión Abel Quintana Rodríguez, estaba muy nervioso y que amagó: “esto es un secuestro y si no obedecen, nuestra instrucción es matarlos o volar el avión…”
Rafael Cardona