El Cristalazo

La nueva marcha de la lealtad

Publicado por
Héctor García

En un sentido estricto la mayúscula caminata de respaldo al señor presidente, su política bienhechora; su cuarto aniversario en el Palacio Nacional, su trascendente transformación y en rechazo a la insolencia tumultuaria de los conservadores, anunciada y auto organizadas para este mes,  no es una manifestación,  es un desfile, y por su condición casi religiosa, una procesión; en muchos sentidos comparable sólo con “La marcha de la lealtad” al señor presidente Madero, acosado por quienes a fin de cuentas terminaron asesinándolo y sumiendo al país en un baño de sangre; golpistas aburguesados, racistas y clasistas eran aquellos, como los de ahora, porque la perversión no tiene edad, es igual el reaccionarismo contrarrevolucionario de 1913 a los intentos de serrucharle el piso al cambio más significativo de todos los tiempos habidos y por haber en los dos millones de años de nuestra existencia en la tierra; porque ni el neolítico, ni la Independencia, ni la Reforma, ni la “bola” de 1910 se pueden comparar en magnitud salvífica a los esfuerzos de esta Cuarta Transformación cuyos logros felices en todos los órdenes el pueblo convencido, la burocracia entregada en cuerpo y alma y la nueva clase política, honesta y comprometida con el mandato obediente, van a defender con los pies y el corazón (lo de los pies es porque se trata de una procesión),  para mostrarle al mundo  y a quien más lo quiera ver, cómo la nación se agrupa, ahora si de a deveras, no con pequeñeces mezquinas de unos cuantos miles, en torno del Hombre (con mayúscula muy grande), cuya conducta personal apenas se compara con la limpieza de su trabajo político en beneficio de todos, pero evidentemente primero de los pobres, los muchos pobres de nuestra patria herida por la desigualdad y la exclusión ; patria lastimada por la injusticia, cuyo rumbo se está corrigiendo de manera evidente y acelerada en favor de quienes menos pudieron recibir en el desigual reparto de la riqueza nacional,  ahora en manos de unos cuantos miserables, aspiracionistas, fifíes, deshonestos, recalcitrantes trasnochados del tiempo de curritos y lagartijos, porque eso son; egoístas sin sentimientos; ajenos a la fraternidad universal a la cual nos ha convocado el gran timonel, no sólo a nosotros, sino al mundo entero pues su elocuente y justiciero mensaje ya ha llegado a las Naciones Unidas para ejemplo y envidia, seguramente, de los demás dignatarios (algunos indignos) de todo el mundo, para conocimiento de aquí y de allá, fuerte y lejos, como suele decir nuestro bienamado presidente, y así; como en 1968 fue malamente desagraviada la bandera nacional, sustituida antes por el burdo trapo de un subversivo Consejo Nacional de Huelga, pues se hizo con  presencia de burócratas aborregados, como dijo Monsi, con la espontaneidad del acarreo, pero ahora se hará con la invencible fuerza de la convicción y el agradecimiento, porque con la entrega de dinero a los pobres  –y hasta a los no tan pobres–, se garantiza la eterna gratitud gástrica y emocional del pueblo sabio, cuya historia de abandono apenas ahora halla compensación, y cómo o no van a ir a respaldar a quien les regala –por primera vez en la vida–, frijol sin gorgojo, no faltaba más, y los empleados del gobierno acudirán presurosos a rendir testimonio de agradecimiento  no por el empleo y su remuneración, sino por la gloriosa oportunidad de saberse parte del cambio; del enorme cambio, de la Revolución de las Conciencias cuya hondura se  expresará en  una marcha del todo similar a aquel éxodo por la Democracia de lejano año tabasqueño, porque no será la edad obstáculo para dejar huella de los pasos de la esperanza conquistada, así pues, dejemos esto en claro: la expresión colectiva de los opositores, los adversarios y en algunos casos, hasta los enemigos, fue minúscula, pero no por ello indigna de respuesta; ¿pusieron ellos sus 15 0 18 mil egoístas en la convocatoria conservadora?, pues ahí les va la respuesta; no por ser pocos los vamos a ignorar, les contestamos con la sopa y el chocolate, ¿creían en un temor repentino?, no conocen a nuestro pueblo indómito y guerrero, no nos asustan ni sus traiciones a la historia ni sus miramonadas; mucho menos sus convocatorias de falsa aristocracia, mucho menos sus desplantes en los medios mercenarios, octavillas venales, panfletos inmundos, tristes libelos, hijos de la prensa vendida cuyo comercio tantos años distorsionó la sensibilidad de nuestro pueblo o al menos del poco público lector e impidió durante años y años a través de la radio y la televisión, la verdadera regeneración nacional; y si ellos salieron a la calle, bendito sea el señor presidente cuyo tranco decidido en esos diez kilómetros de su andar, le va a devolver al pueblo la propiedad de la banqueta y el arroyo, y por eso se llama Paseo de la Reforma, porque su movimiento democrático nos inspira; y cuando pasemos frente a nuestro Benemérito le diremos, misión cumplida, Don Benito, los hombres y mujeres libres de hoy; codo con codo y del brazo de nuestro rayo de esperanza, lo saludamos con orgullo y los héroes cuya gesta nos dio patria y libertad; también, desde la columna a la Independencia y su osario, sabrán quienes son los traidores a la historia y quienes los dignos herederos de su sangre y de su ejemplo; por eso, por el bien de todos, vayamos a la marcha de la neo lealtad, para no dejarles a los infidentes del credo nacionalista el control de la patria; de ninguno de sus espacios, de ninguno de sus rincones, pintemos de color vino todo México, hagamos de esta una patria libre y justiciera, vivamos la alegría de sabernos humildes pero honrados, y cuando el nuevo sol de la nación nos ilumine a todos, digámosle de frente a este Presidente: misión cumplida, hermano, misión  cumplida compañero, hasta la victoria siempre…no pasarán, este punto si se ve; no qué no, ya volvimos a salir… etc., etc., etc.

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Héctor García