Aun si se acepta como válida la explicación del presidente de la República en torno de la liberación de Ovidio Guzmán –hace tres años— y la consecuente retirada del Ejército Nacional, desafiado y hostigado por una banda armada con armamento de alto poder y blindaje de artesanía para respaldar un despliegue delincuencial de fuerzas en toda una ciudad, nadie puede responder todavía desde el gobierno una pregunta:
¿Por qué si el capo fue liberado para salvar vidas en medio del motín urbano, no ha sido todavía detenido, tres años después?
¿No tiene las fuerzas armadas, cuya presencia es motivo de extensión callejera en medio de un debate constitucional, recursos para recapturarlo sin temor a las represalias inmediatas y el fuego liberador y amotinado?
Si es así, su poder –o su asociación— es mucho mayor de lo imaginado.
La historia de ese desistimiento en el uso legítimo de la fuerza, derrotado por el uso ilegal de la artillería, el incendio, el bloqueo de caminos y la toma de la prisión estatal, a la manera de una Bastilla narcotizada, con tambora y chilorio, no debe ser olvidada. Ahí se consagró para siempre –al menos el siempre de este gobierno–, la frase de los abrazos y los balazos., Cursi e ineficaz, para acabarla.
También se comenzó a escribir una leyenda negra cuyo carácter legendario desaparecerá cuando cambien los vientos políticos y aparezcan en el porvenir los otros datos de otros políticos, cuya base oratoria sea condenar a esta admnistración, por su condescendencia, tolerancia y suavidad, como siempre sucede. Es cosa del tiempo.
Recordemos:
“(BBC).- El caos y la incertidumbre se apoderaron el jueves de Culiacán, la capital del estado de Sinaloa, en el norte de México. Los testigos dijeron que se trató de una «situación de guerra», con balaceras y vehículos quemados en distintos puntos de la ciudad. En un principio se informó de la detención por parte de las fuerzas de seguridad mexicanas de Ovidio Guzmán López, uno de los hijos del narcotraficante Joaquín «El Chapo» Guzmán.
“Después se supo de su liberación, en medio de una total confusión sobre lo que sucedió y que mantuvo al país en vilo durante horas.
“La información sobre el arresto de Guzmán López, de 29 años de edad, conocido como «El ratón» y acusado de tráfico de droga en EE.UU., propició enfrentamientos entre fuerzas del orden y grupos de «civiles armados»…
“…Ante el recrudecimiento de la violencia, Alfonso Durazo, secretario de Seguridad Pública de México, informó que 30 oficiales de la Guardia Nacional y la Secretaria de Defensa Nacional (Sedena) fueron agredidos desde una vivienda mientras realizaban un patrullaje de rutina.
“Las fuerzas de seguridad repelieron la agresión y tomaron control de la vivienda. Ahí encontraron a cuatro personas, entre las que identificaron a Ovidio Guzmán.
“Esto generó que varios grupos de la delincuencia organizada rodearan la vivienda con una fuerza mayor a la de la patrulla. Otros grupos realizaron acciones violentas en contra de la ciudadanía en diversos puntos de la ciudad creando una situación de pánico».
«Con el propósito de salvaguardar la integridad de la sociedad culiacanense, funcionarios del gabinete de seguridad acordaron suspender dichas acciones» continuó el secretario.
“Las declaraciones crearon mucha confusión en los medios y en la ciudadanía. Y en un principio no quedó claro si las autoridades habían o no detenido al hijo del capo.
Posteriormente, ante la gravedad de la situación, el operativo se retiró sin Ovidio…
…El saldo de los enfrentamientos fue de al menos 8 muertos, 16 heridos y 49 reos fugados del penal de Aguaruto en Culiacán.
«Tomaron decisiones que yo avalo (liberarlo y retirarse) porque se tornó muy difícil la situación», aseguró el mandatario mexicano . Un año después el presidente dio la información real: fue su decisión. Fue su orden precisa y directa.
Rafael Cardona